Hashirama
se había sentido desorientado al aparecer junto a su hermano frente a varias
personas sabiendo que él había concluido su vida aunque no podía saber cuánto
habría pasado desde ese día que fue él último.
Sin
embargo, no había hecho más que sentirse triste al saber que las batallas
continuaban aunque un pequeño vestigio de alegría punzó en su interior al saber
que volvería a ver a Madara, pues tenía tanto que deseaba decirle a pesar de no
saber si tendría la oportunidad de dialogar con su viejo amigo, rival y amante.
― Aniya,
no deberías mostrar tanto tus deseos tan abiertamente como si fueses a tomar
té, recuerda que vamos al campo de batalla. ― Habló Tobirama sacando a
Hashirama de sus pensamientos.
― ¿De
qué hablas? ― Preguntó confundido el mayor de los hermanos Senju.
―
Madara. ― Indicó cruzando sus brazos el hombre albino. ― Hiciste bien en ser
cuidadoso con el relato sobre el pasado pero no te sobreexpongas cuando el
objetivo es detener la guerra que ha creado.
― No
puedo evitarlo, yo… ― Comenzó a murmurar Hashirama.
― Está
siendo la causa de una guerra, no es para ocupar tu mente con tonterías porque
como te he dicho tantas veces, es alguien peligroso. ― Recordó molesto
Tobirama.
― Te
he escuchado, también te oí las veces anteriores, Tobirama. ― Respondió
intentando restar importancia a las palabras ya que no podía evitar el tener
tantas emociones arremolinándose en su interior porque en breve se encontraría
con Madara.
― Ese
amor por el Uchiha es el que te ha cegado todo este tiempo, si hubieras sido
consciente desde el principio, esta situación no se hubiese ocasionado. ―
Arrastró sus palabras mientras rodaba los ojos por lo que su hermano mayor
había dicho. Por ello, Hashirama no podía ver lo serio que era el punto de
enfrentar a Madara Uchiha y habían llegado a crear un conflicto en el futuro
cuando sus nombres solo debían ser memorias.
― Eres
consciente de que todo mi trabajo lo realicé con el fin de que la paz llegara y
fue gracias a Madara que puede iniciarlo pero parece que aún queda mucho para
que el tiempo sin sangre llegue. ― Suspiró Hashirama con decepción de que aún
no se hubiera cumplido su deseo. ― También, es la única oportunidad en años de
poder hablarle. ― Apretó los puños.
― Deja
esos fantasiosos pensamientos por una vez, solo lograrás comentar un error con
grandes consecuencias. ― Chasqueó la lengua Tobirama. ― Todo esto solo ha
pasado porque no acabaste con su vida aquel día y preferiste seguir su juego y
creer sus mentiras.
― Si
hubiera derramado su sangre aquel día, Konoha seguiría siendo un sueño. ―
Contestó con frustración de la terquedad de su hermano menor. ― Esto ha pasado
por no haber tomado las decisiones correctas en momentos cruciales. Nunca debí
dejar que se marchara y pasara tanto tiempo él solo.
― ¡Tonterías,
aniya! Tú debilidad es lo que hace que continúes con eso. ― Señaló con dureza
el hombre albino.
― Tú
lo llamas debilidad, Tobirama, pero no creo que lo sea. ― Habló con seriedad a
su hermano, sin poder evitar el pensamiento de que si tan solo se hubiera
casado con Madara, todo lo que estaba sucediendo se hubiera evitado, pues
fueron sus malas decisiones las que estaban causando todo ese alboroto en la
actualidad. ― Realmente espero que el tiempo de paz llegue y por eso estamos
aquí, ayudaremos a detener esta guerra y a Madara.
― Ni
siguiera deberíamos de estar en este tiempo, teníamos que estar descansando en
vez de estar de nuevo en una guerra y con Madara. ― Gruñó mirando a su hermno
mayor y quiso gritarle que todo era culpa de Hashirama por tener un amor tan
ciego por ese Uchiha que no lo dejaba ver la realidad de las cosas pero aunque
si lo aullara sabía que su hermano mayor no lo vería así.
Hashirama
miró a su hermano con incredulidad, no porque sus palabras carecieran de peso
sino por el hecho de que estaban ahí debido a uno de sus caprichosos jutsus
cuando le advirtió de lo preocupante que sería la resurrección impura pero el
albino solo derivaba todo al hecho de que Madara hubiera aparecido en el
futuro.
― Deja
de mirarme así, aniya. Es molesto. ― Aclaró el hombre de cabello blanco por la
mirada de su hermano.
― No
es como si dependiese solo de mí el que no continuemos en el más allá. ―
Recordó en voz baja mientras se deprimía mientras escuchaba a su hermano menor
resoplar con enfado.
― No
me acuses de tus errores con ese hombre. ― Arremetió mientras descruza sus
brazos para señalar la dirección en la que captaba el chakra de Madara junto
muchos otros.
―
Tobirama… ― Murmuró sintiéndose peor el hombre de largo cabello castaño.
Tobirama
chasqueó la lengua al escuchar lo dicho por su hermano con tono triste, no
había querido hacer sentir mal a su aniya
pero sabía que este solía tener cambios bruscos de humor.
Hashirama
tenía razón, no solo era su culpa por tener debilidad hacia Madara Uchiha, sino
que Tobirama tenía algo de responsabilidad por haber creado un jutsu tan
peligroso como ese aunque Tobirama nunca pudo imaginar que iban a
perfeccionarlo hasta el punto de poder estar ahí como se estuvieran vivos pero
con un fino hilo de chakra que les recordaba que eran las marionetas de un
shinobi.
― Ya
dejemos el tema, lo mejor es prepararnos para ir de una vez a donde está
Madara, aniya. ― Avisó Tobirama cuando sintió como algún tipo de gran ataque se
estaba preparando para ser realizado.
― Es
más importante el pensar algo antes de llegar aunque lo primero será
neutralizar esa gran fuente de chakra. ― Acotó Hashirama logrando sentirla a
pesar de no ser un shinobi sensor. ― No deja de sorprender a pesar de que no
pertenezca tampoco a esta época, sus habilidades como shinobi es asombrosa.
― Deja
de alabarlo y concéntrate en la batalla, aniya. ― Demandó el hombre de cabello
blanco.
― Lo
siento, lo siento… ― Se disculpó Hashirama apresurándose sin poder evitar
querer llegar al campo de batalla tan rápido fuera posible para poder
encontrarse con su viejo amigo que intuía debía de estarlo esperando.