Había
terminado el entrenamiento de ese día por lo que los ninjas de La Lluvia
estaban contentos por haber hecho bien todo los que les había dicho su sensei,
mostrando lo enseñado.
Jiraiya
estaba satisfecho de que sus alumnos se habían vuelto fuertes y ya podían valerse
por ellos mismos siendo momento de ya irse a su aldea para ayudar en lo que
pudiera en aquella guerra que no veían aún su final, esperó a llegar a la
guarida que utilizaban como hogar para hablar con los tres ninjas que él había
entrenado para comentarles de su partida.
Nagato
siempre se rezagaba mientras que Yahiko le agradaba tomar el mando de líder
pero Konan, era como el equilibrio que necesitaban los dos jóvenes o así los
observaba Jiraiya, su corazón le decía que iba a extrañar a esos chicos.
―
Jiraiya sensei, ¿cree que podría mejorar más mi técnica? ― Preguntó con una
enorme sonrisa Yahiko mientras ponía sus manos en la nuca.
― Si
continúan practicando, lo conseguirás como también lo harán Konan y Nagato. ―
Respondió Jiraiya intentando no mostrar la tristeza que sería dar la noticia a
sus improvisados alumnos.
―
Konan y Yahiko son mucho mejores que yo. ― Habló tímidamente Nagato.
Jiraiya
llevó su mano hasta la cabeza de cabello rojo para revolver un poco el liso
pelo escarlata y sorprendiendo al joven que estaba sumido en sus pensamientos.
―
Seréis grandes shinobis si os lo proponéis y evolucionareis con vuestras
técnicas mientras continuéis juntos. ― Afirmó Jiraiya.
Los
tres chicos sonrieron emocionados ante las palabras de su sensei.
Al llegar
a la cabaña, Konan y Nagato se fueron directo a la cocina a preparar la comida
de ese día, era el turno de ellos para cocinar.
― Oye,
Nagato. ― Llamó la kunoichi en un susurro a su amigo, este hizo un pequeño
ruido confirmando que la estaba escuchando sin dejar de preparar los vegetales.
― ¿Te percataste de que Jiraiya sensei se ve hoy un poco triste? ― Preguntó
mirando al pelirrojo, este dejó de cortar las verduras para voltearse a mirar a
la chica.
― Sí,
lo noté. ¿Será qué lo llamaron de su aldea? O ¿quizás estoy causando un
problema en vuestros jutsu porque me retrasé? ― Comentó el pelirrojo un tanto
preocupado por su sensei y de que él fuera el causante del raro comportamiento
del hombre de cabello blanco.
Konan
apretó sus puños, Jiraiya les había dado la oportunidad de aprender jutsus y
taijutsu para defenderse, también les había enseñado a cocinar y encontrar
comida en su entorno. Incluso, había instruido para reconocer hongos
comestibles y plantas medicinales de las tóxicas o venenosas que les ayudaría a
sobrevivir.
―
Somos muy egoísta. ― Habló Konan con molestia en su voz omitiendo la pregunta en
la que Nagato volvía a infravalorarse cuando ya le había dicho Yahiko y ella
que no era así. ― Deberíamos hacer algo para mostrar nuestro agradecimiento por
todo lo que nos ha enseñado para poder cuidarnos solos. Además de su bondad por
escucharnos y convertirse en nuestro sensei cuando otros ninjas solo nos
miraban como basura o nos golpearon por pedir que nos enseñara a ser shinobis.
― Se giró para mirar a su amigo.
― Lo sé
pero aún somos unos niños como para saber qué debemos hacer para hacer que deje
de estar triste. ― Respondió Nagato confundido por el repentino comportamiento
de su amiga.
― ¿Y
por qué no hacemos una cena increíble para celebrar nuestro progreso y como gratitud
a Jiraiya sensei? Es posible que se anime ya que solo nos hemos alimentado
estos días de pescados y por fin, tenemos lago de carne. ― Interrumpió Yahiko
con una gran sonrisa y obteniendo la atención de sus compañeros que sonrieron
mientras asentían con la cabeza.
―
Debemos esforzarnos para que sea la mejor comida que hayamos podido probar. ―
Habló con ánimos retomados Konan.
― ¡YO
TAMBIÉN QUIERO COCINAR! ― Exclamó Yahiko para ponerse al lado de Nagato y
arrebatarle el cuchillo con el que estaba pelando y cortando algunos de los
vegetales que tenía en un cuenco de arcilla.
― ¡Eh!
¡Yo estaba haciendo esto! ― Gimió Nagato al ver como su amigo le arrebató su
cuchillo para comenzar a pelar una zanahoria.
Yahiko
soltó una carcajada al escuchar y notar el pequeño mohín que hacía su compañero
por haberle arrebatado su puesto de pelar y cortar vegetales.
― Tú
puedes comenzar a marinar la carne, Nagato. ― Comentó con una pequeña sonrisa.
― Mientras termino de cortar las verduras. ― Indicó mientras se encogía de
hombros.
El
pelirrojo rodó los ojos para asentir y hacer lo que había sugerido su amigo.
Jiraiya
había ido a ver que hacía sus alumnos ya que no escuchaba ruido y se sorprendió
de verlos concentrado preparando la comida, se ofreció a ayudarlos pero los
tres adolescentes lo rechazaron y le pidieron que solo se dedicara a descansar
hasta que estuviera hecha la comida.
Los
tres amigos se dedicaron a preparar un gran banquete con las pocas provisiones
que tenían para celebrar su progreso con su maestro, al terminar comenzaron
acomodar la mesa y hablaron a su sensei que se encontraba sentado tratando de
escribir algo más para su novela mientras esperaba a que los menores le
hablaran para comer.
La
cena llegó rápido y Jiraiya observó como todos reían y ciertamente, los
adolescente habían logrado hacer una comida deliciosa con los escasos
ingredientes pero él debía ya comunicar a los jóvenes su marcha porque los tres
huérfanos habían aprendido lo suficiente para defenderse y sobrevivir en medio
de esa guerra.
―
Nagato lanzó el kunai hacia donde estaba Konan pero ella saltó y tuve suerte de
esquivarlo a tiempo porque se dirigía a mí pero no pude conservar el equilibrio
cuando salté hacia atrás para que el kunai no me golpeara, fue por eso que me
caí sobre el charco de lodo. ― Contaba Yahiko mientras llevaba un pedazo de
carne a su boca mientras fingía estar molesto.
― Lo
siento, solo estaba practicando con Konan. ― Se disculpó Nagato con un sonrojo
mientras los demás reían por lo ocurrido en la mañana.
― Creo
que ha llegado el momento. ― Interrumpió Jiraiya logrando que las risas de los
jóvenes cesaran. ― Yo ya no puedo continuar aquí, os he enseñado todo lo que sé
para qué podáis sobrevivir, así que ha
llegado el momento de despedirnos. ― Habló con tristeza ya que los tres
adolescentes habían conseguido tener el cariño del Sannin de los sapos.
―
Quiere decir que… ― Habló Konan comenzando a derramar lágrimas mientras dejaba
caer sus palillos.
― Sen…
sei… ― Pronunció Yahiko también afectado por la noticia intentando no derramar
lágrimas como ya lo estaba haciendo Konan y Nagato.
― ¡Ey!
¡Ey! No os pongáis así, deberíais estar felices. Esto significa que lo habéis
logrado y sois lo suficientemente fuerte. ― Intentó animar Jiraiya para sentir
como los tres jóvenes se levantaban de sus lugares y se abalanzaron hacia él
para abrazarlo con lágrimas en los ojos.
―
Gracias. ― Dijeron al unísono los adolescentes.
Jiraiya
sonrió para corresponder el abrazo, extrañaría esos tres adolescentes pero él
ya no podía enseñarles nada nuevo y debía regresar a Konoha. Había pasado
demasiado tiempo lejos de su villa natal donde se encontrarían sus amigos y
especialmente esperaba que Orochimaru no estuviera demasiado molesto con su
decisión de educar como ninjas a esos huérfanos pero estaba seguro que aunque
los años pasaran no podría olvidar a Yahiko, Konan y Nagato porque Jiraiya
también había aprendido de los tres adolescentes.
Esa
noche, todos los integrantes de la pequeña cabaña se fueron a dormir bastante
tarde pero antes de que el alba surgiera, la sombra de un hombre abandonaba en
silencio la pequeña morada bajo la suave lluvia.
-Fin.-
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