domingo, 7 de julio de 2019

Hashirama - Madara


Madara tosió con fuerza mientras sentía como el caliente y vital líquido escurría de su boca. Se limpió bruscamente con el dorso de su mano para comprobar que efectivamente era su sangre y maldijo una vez más su mala suerte en ese combate donde era el perdedor.

El dolor en el cuerpo de Madara no lo detuvo a que intentara levantarse pero sus fuerzas no era lo suficiente para lograr esquivar la madera que se elevó sobre él con el único fin de capturarlo y siendo que su propio chakra lo había gastado en la intensa batalla, ese día el líder de uno de los tantos clanes shinobis que existen, Madara Uchiha, fue capturado. El shinobi se encontraba agotado y herido, además de estar en el interior de una jaula de madera creada por el clan enemigo.

Hashirama no estaba en las mejores condiciones, podía degustar en su boca el característico sabor metálico de la sangre y el agotamiento de su cuerpo por la batalla que no parecía llegar a su fin, como tantas veces había disputado esos enfrentamientos con el clan de su viejo amigo.

Hashirama logró ver la oportunidad presentada cuando su adversario cayó en una distracción, obteniendo apresar al agotado líder Uchiha dentro de una jaula de madera que creó con su escaso chakra de mokuton.

― ¡Madara, paremos esto! ¡Hemos llegado a nuestro límite! ― Exclamó el líder del clan Senju con seriedad, sintiendo como sus piernas comenzaban a desfallecer.

― ¡CÁLLATE! Esto no habrá terminado hasta que uno de los dos muera. ― Escupió Madara intentando levantarse sin éxito porque ya no le quedaba chakra suficiente para poder estar en una posición menos humillante.

Madara había tenido que utilizar un jutsu que requería bastante chakra para poder bloquear al de su rival y contratacar.

― Esto no nos está llevando a ninguna parte, solo es dolor. Estamos ocupando el mismo ciclo del que tantas veces acordamos desapareciera. ― Hashirama sintió como sus rodillas deseaban ceder por el cansancio pero su voluntad no lo haría, seguiría hablando, tratando de convencer a su antiguo amigo porque no quería perderlo. No quería vivir un mundo con el dolor de ver morir a la persona con la que había compartido tantos sueños y esperanzas de cambiar la crueldad del mundo en el que están viviendo y evitar que niños fueran llevados a la guerra. ― Sé que no puedo devolverte a Izuna ni cambiar lo ocurrido. No es posible regresar al pasado para evitar su muerte y comprendo tu dolor porque yo también he experimentado el perder hermanos…

― ¡Ja…! Deja de hablar. Tú no puedes saber lo que se siente al perder todos tus hermanos, a tu padre, el presenciar como morían sin poder hacer algo para evitarlo y terminar solo. Tengo el deber de vengarlos y cuidar mi clan que cada noche se reúne bañado en sangre, sudor y el dolor de los que han desaparecido en estas guerras.― Interrumpió Madara, logrando girarse para ver entre las rendijas de madera el cielo nocturno. ― No hay elección para mí. ― Susurró cerrando los ojos con enfado al recordar que pronto aparecerían más Senju que gozarían de ver su derrota.

― Te recuerdo bien, Madara, que si vi morir a la mayoría de mis familiares y estaba presente cuando mi padre murió, comparto el dolor de la pérdida. ― Hashirama le recordó a Madara sin abandonar la seriedad en su forma de hablar. ― Tal vez… parezca no ser igual porque aún Tobirama está vivo pero perdí hermanos que no lograron llegar a ser adultos, al menos Izuna creció y no desapareció como un niño inocente que no merecía morir ni estar en medio de una pelea shinobi. Aún así, ambos sabemos que en esta vida si eres débil mueres…― Murmuró con dolor al recordar al más pequeño de sus hermanos, Itama. ― Si tan solo no fueras tan terco y dejaras atrás la venganza y el dolor… No quiero seguir repitiendo este ciclo lleno de sangre y sufrimiento, esto solo trae más muertes y dolor. ― Recordó llevando una de sus manos a la frente para mostrar su frustración a la realidad que viven.

Los dos líderes de clan estaban exhaustos pero aunque no le quedaba casi nada de chakra y el sobre esfuerzo los llevaría al colapso en algún momento pero ninguno de los dos hombres quería rendirse en hacer entender al contrario que el camino que seguía y sus palabras solo lo estaban llevando a su propia destrucción.

Madara frunció el ceño, queriendo gritar mil improperios a Hashirama por atreverse a compararlo porque no era lo mismo y Hashirama era un idiota, un idiota que aún soñaba con cuentos de hadas que solo niños tontos e ingenuos podrían pensar en que había una oportunidad de que fueran posibles.

El hombre perteneciente al clan Uchiha sabía que la paz era una palabra demasiado añorada pero inalcanzable en la realidad de las guerras shinobis y creer en la posibilidad de paz solo era alimentar una ensoñación ingenua que podría llevarte a la tumba. No obstante, aparentaba que no importaba cuantas veces la realidad los golpearas, cuantas veces se enfrentaran en batalla, Hashirama seguía hablando y hablando de una utopía pacifica que alguna vez soñaron de niños que desconocían si el contrario era un shinobi de un clan enemigo.

― ¡Deja de pretender entenderme! No eres yo para saber. ― Acusó Madara molesto por la perorata. ― No me garantizas nada de lo que deseo, no me beneficia nada de lo que dices, Seguiré solo y tú… tú tienes a Tobirama, quien odia a los Uchiha porque todo este tiempo solo le ha servido para alimentarse contra el clan enemigo con el que más ha debido combatir, ¿crees qué una tregua extinguirá el odio que se tiene nuestros clanes? Si lo piensas eres más idiota de lo que ya pensaba, Hashirama. ― Su voz cansada hicieron que sus palabras salieran más amargas de lo esperado.

El líder Senju observó a su amigo con tristeza, él sabía que su sueño no se podría cumplir fácilmente pero quería pensar que había una leve esperanza para lograr un lugar seguro, donde los niños pudieran disfrutar de su infancia antes de tener que conocer la crueldad de una guerra, antes de tener que sostener un arma en sus manos que lo identificaría como un ninja.

― Sí, tienes razón, Madara. Soy un idiota con un sueño tonto. ― Dijo Hashirama y se movió con cuidado de no empeorar sus heridas para recargar su espalda en la jaula que tenía prisionero al hombre que consideraba su amigo y permanecieron en silencio unos minutos mientras el Senju cavilaba la mejor manera de proseguir con la conversación porque comprendía que sus frases podían empeorar la situación. ― Entonces… dime, ¿qué deseas, Madara? ― Preguntó con curiosidad y ansias de saber que quería el líder Uchiha pero el recuerdo de que el otro shinobi habló de lo solitaria que se había vuelto su vida, le disgustó. ― Tú no estás solo, me tienes a mí pero no quieres ver. Yo nunca he dejado de pensar y preocuparme por ti, Madara. ― Afirmó Hashirama con una pequeña sonrisa al escuchar el chasquido de lengua del hombre que permanecía dentro de la prisión de madera. ― Tal vez… la tregua no acabe con el odio que hay entre nuestros clanes solo por aliarnos pero podríamos trabajar en ello para que las futuras generaciones no se odien entre sí, si le mostramos que las heridas pueden cicatrizar.

― Deja de mentirte, de querer ser lo que otros quieren que seas. Deja de hablar como si se pudiera desvanecer todo. Tú no puedes hacer nada con respecto a lo que hay en las personas. ― Madara bajó el tono de su voz mientras el enrejado de madera desaparecía pero no importaba si estaba o no cautivo en ese instante, no podría mover su cuerpo durante bastante tiempo. ― El odio aparecerá una y otra vez mientras se arrebaten vidas.

Hashirama cerró los ojos con fuerza, sabía que era cierto pero quería cambiar el odio que causaba el dolor, la venganza y la muerte que alimentaba a más odio y sufrimiento en los corazones.

― Lo que deseo… no lo puedo tener. ― Murmuró el líder Uchiha, como si no fuera consciente de estar respondiendo a la pregunta del líder Senju que en un comienzo había ignorado.

― ¡Madara! ― Exclamó el Senju acercándose con esfuerzo hasta el otro hombre. ― Déjame intentar hacer nuestros sueños de infancia y haré lo que me pidas. Yo… no quiero seguir viviendo en un mundo donde los niños no tienen futuro, donde nuestros clanes sean enemigos, donde ambos buscamos acabar la vida del otro. Eres importante para poder hacer realidad lo que planeamos cuando nos encontrábamos en el río. ― Habló con desesperación contenida al otro shinobi.

― Eres un verdadero idiota, Hashirama. ― Masculló divertido Madara y sin esperanza de poder volver a enfrentarlo a un combate porque ya no le quedaba nada. Incluso, su hermano pequeño había desaparecido con la guerra, hacía tiempo que sabía estaba solo en el clan Uchiha porque nadie lo apoyaba debido a la cantidad de derrotas en sus enfrentamientos con los Senju y la cantidad de Uchiha que se entregaban voluntariamente al clan enemigo descontentos por el liderazgo de Madara. ― Haré lo que me estás pidiendo desde que nos volvimos jefe de clan; aceptaré la tregua con el clan Senju pero si antes… acabas con el hombre que mató a Izuna. ― Sabía que su petición era un jarro de agua fría para Hashirama porque estaba seguro que así desistiría de sus delirios de paz y en el caso de cumplir su promesa, Hashirama tenía que acabar con la vida de su propio hermano, Tobirama.

Madara dudaba de que el actual líder Senju hiciera tal eventualidad aberrante que le proponía para obtener la paz que tanto clamaba.

Hashirama soltó una pequeña risa divertida al escuchar que volvía a insultarlo en esa condición exhausta pero Madara tenía razón, Hashirama era un grandísimo idiota y no desistiría de su sueño de paz.

El jefe Senju escuchó atentamente las palabras del Uchiha y un pequeño estremecimiento, tan frío como el hielo, recorrió su cuerpo porque Hashirama no era capaz de matar al único hermano que quedaba a su lado.

― Sabes… lo que me pides es imposible de cumplir, Madara. ― Murmuró Hashirama para soltar un pequeño suspiro pesado. ― Podría dar mi vida a cambio de Tobirama, sería un intercambio equivalente, una vida por otra para cumplir la propuesta que me pides para poder obtener la paz de nuestros clanes. ― Dijo seriamente. ― Solo tendría que dejar instrucciones para que Tobirama no tome venganza contra tu clan y la alianza sea llevada a cabo como mi última petición como líder del clan Senju. ― Aseguró.

Hashirama se había acercado, quedando arrodillado frente al rostro de Madara, aún afligido por la petición del Uchiha y con la esperanza de que su trato ofreciera una vida mejor a las futuras generaciones.

― No es lo mismo y me aseguraste que pidiera lo que quisiera y lo que quiero es la muerte de Tobirama. ― Insistió el líder Uchiha porque Hashirama no valía dar su ida por Tobirama, aún fuera el hermano, sabía que ese Senju de cabello blanco detestaba a los Uchiha y no dudaría en tomar la oportunidad para buscar engrandecer el odio hacia el clan Uchiha. Encontraría la forma de que los Uchiha fueran atormentados y los Senju alabados. ― Yo… yo no podría permitir que murieras por él. ― Le costó decir aquellas palabras mientras se arrastró hasta donde estaba el Senju y elevaba una de sus manos para tocar el rostro de Hashirama. ― Tú… no, no puedes optar en el suicidio, es demasiado miserable para ti. Yo… no estoy de acuerdo con algo así. ― Afirmó en un intento de que su viejo amigo desistiera de tomar dicho acto.

El jefe Senju miró con sorpresa al Uchiha después de escuchar sus últimas palabras, lo habían tomado desprevenido nunca se imaginó que el hombre de cabello azabache dijera aquellas palabras, una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios y cerró los ojos al sentir la mano enguantada del Uchiha en su rostro.

― Se lo que te dije pero he de declinar esa petición, Madara. Por ello, daré mi vida a cambio de la  de Tobirama. ― Comentó Hashirama de manera afligida porque sabía que su hermano se negaría a su petición pero también sabía que cumpliría con lo que dejara encargado, aunque tenía miedo y dudas de que Tobirama tomara represalias contra los Uchiha olvidando cumplir su última voluntad. Al líder Senju, lo atormentaba esa posibilidad de Tobirama no pudiese aceptar su pedio porque no estaría ahí para enfrentar y evitar esas intenciones que causarían su muerte en su hermano menor. ― Pero si es la única solución para obtener una alianza entre nuestros clanes, no me importaría morir, Madara. ―  Dijo abriendo los ojos que había mantenido cerrado para disfrutar del cálido contacto y mirando de manera decidida al contrario mientras retiraba la mano del rostro y la toma para entrelazando sus dedos y dando un leve apretón.

Madara suspiró con pesadez y dejar aflorar una sonrisa agotada en sus labios mientras sus pensamientos le recordaba que lo único que le quedaba era el haber legado su clan como líder, ya no era considerado un buen jefe de clan entre los Uchiha pero tampoco podría obtener su deseo de vengar a su hermano, mínimo debería acceder a la frágil oferta de Hashirama como su última opción para que su clan tuviera un lugar. Todo esto no eludía que no confiaba en Tobirama pero si confiaba en Hashirama, si él se ocupaba de gestionar a los Uchiha en su ausencia, su clan no tendría que soportar el declive en el que parecía estar destinado a caer.

Resultado de imagen de hashimada― Tú ganas. No tienes que hacer nada, acepto tu propuesta de paz y nuestros dos clanes se unan en uno solo. ― Afirmó Madara sintiendo que el sabor de la sangre en su boca se volvía más amargo. ― Ya te lo dije, no me queda nada y no puedo permitir que mueras de una manera tan degradante pero prométeme que cuidarás de mi clan. Tratarás a los Uchiha de la misma forma que tratas a tu hermano, a tu clan. ― Solicitó.

― Eso no tienes que pedirlo, sabes que lo haré. ― Sonrió Hashirama sintiendo que Madara mostraba su faceta más entrañable en aquel momento y ocasionando que viera al gran líder Uchiha más afable de lo que haya podido presenciar en los últimos años de batallas continuadas.

― ¡Solo promételo, Hashirama! ― Exigió el shinobi de cabello negro.

― Lo prometo, Madara. ― Respondió el jefe Senju comprendiendo que la simple frase era muy importante de ser escuchada por el otro hombre.

― Gracias. ― Agradeció el líder Uchiha mostrando una leve sonrisa.

― No tienes que… ― Hashirama no pudo seguir hablando cuando la mano de Madara se soltó de su agarre para deslizarse hasta la nuca del Senju y tirar con fuerza del cuello, ocasionando que sus labios quedaran unidos en un sorpresivo y brusco beso superficial.

El hombre conocido como “Dios shinobi” tenía los ojos abiertos por la sorpresa del acto, nunca se hubiese imaginado compartir un beso con el Uchiha.

Hacía mucho tiempo que Hashirama se había dado cuenta de sus sentimientos hacia su amigo mas nunca esperó que estos fueran correspondidos, una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios.

Cuando sintió que los labios del hombre de cabello azabache comenzaban a separarse de los suyos, Hashirama tomó la barbilla contraria para volver a unir sus labios en un beso suave y lleno de sentimientos.

Si ese era su final, a Madara no podía importarle menos, se marcharía de ese mundo llevándose el mejor recuerdo que hubiese podido suceder en su vida y por tantos tiempo había deseado que ocurriese.

― No digas nada. ― Pidió Madara cuando el beso iniciado por el Senju terminó, era mejor que nadie supiese que habían cruzado el límite de lo que se define la amistad porque tan solo necesitaba estar con Hashirama así, a su lado, sabiendo que cuidaría de su clan, que no le era indiferente los Uchiha y como si no existiera más preocupación que sentir al contrario. ― Firmaré el acuerdo, haremos esa aldea que imaginas. ― Indicó acurrucándose en los brazos de Hashirama. ―  Pero ahora mismo, solo quiero ser nosotros mientras estamos solos. Sin clanes, sin recuerdos o nombres de personas y sin falsas promesas. Solo tú y yo. ― Susurró sabiendo que ese instante sería efímero pero eterno, al menos para él.

― Madara… ― Estrechó Hashirama un poco más contra su pecho al Uchiha entre sus brazos, no queriendo comprender a que se refería mientras el sentimiento de felicidad no dejaba de brotar a su interior porque todo había terminado y Hashirama no solo se sentía vencedor al saber que Madara aceptaba la alianza sino también de tenerlo en su regazo de esa manera. Hashirama estaba dichoso de saber que no era indiferente para la persona que amaba. ― Yo quiero estar así, siempre. ― Pronunció en voz baja.





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