Kushina
estaba muy feliz, finalmente Minato y ella se casaría y no podía evitar querer
tener la boda de sus sueños. Incluso, podía afirmar que iba a ser el chisme de
Konoha durante muchos meses y con la que otras chicas iban a soñar después de
presenciar lo lindo que sería la ceremonia de matrimonio. Por eso, la pelirroja
no podía dejar que ningún mínimo detalle fuera descuidado porque después del
evento ella sería recordada como la maravillosa novia de Minato Namikaze.
―
¿¡Kushina!? ― Una voz femenina llamó con duda a la pelirroja.
― ¡EH!
¿Mikoto? ¡MIKOTO! ― Gritó Kushina al percatarse de quien la había llamado. No pensé encontrarte por aquí, ¡qué sorpresa,
dattebane!. ― Habló feliz haciendo sonreír a la otra mujer.
― Te
ves muy bien, pensé que estaría nerviosa por la boda. ― Afirmó con calma la
mujer de cabello negro mientras la Uzumaki se ruborizaba por sus palabras.
― En
realidad… estoy muy feliz. Pensé que Minato jamás iba a pedirme matrimonio pero
por fin lo hizo, dattebane. ― Hizo un mohín la pelirroja en modo de una leve
molestia por la espera que la sometió su prometido. ― Solo no puedo esperar a
que llegue el día y finalmente, sea la
esposa de Minato baka, dattebane. ― Se llevó las manos a las mejillas mientras
se ruborizaba por sus propias palabras, haciendo reír a la morena.
―
Kushina, haces que sienta lástima por Minato, le han de estar zumbando los
oídos por lo feliz que estás. ― Sonrió después de hacer la pequeña broma por lo
apasionada que es la pelirroja. ― Me alegro mucho por tu futura boda, serás una
novia hermosa. ¡Felicidades, Kushina! ― Felicitó amablemente.
La
Uzumaki se sonrojó más aún al escuchar la felicitación de su amiga y a pesar de
que más personas la habían felicitado desde que ambos se habían comprometido a
casarse, Kushina aún no se acostumbraba a escuchar las enhorabuenas y los
buenos deseos para su futura unión.
―
Muchas gracias, Mikoto. ¿Tú cómo has estado? ¿Cómo está el pequeño Itachi? ―
Preguntó aún cohibida Kushina.
La
mujer Uchiha sonrió más al escuchar el nombre de su primogénito quien no dejaba
más que sorprenderla y hacerla sentir orgullo de su pequeño hijo.
―
Estamos bien, no es fácil ser ama de casa porque es más duro de lo que podría
suponer e Itachi está creciendo muy bien. Además, de ser un niño inteligente
que no deja de ser el orgullo de Fugaku y mío. Desde que comenzó la Academia ninja,
ocupa el primer lugar de su clase y tiene un prometedor futuro como shinobi. ―
Comentó sonriendo entrañablemente Mikoto, sin poder evitar sonrojarse cuando
habló de lo orgullosa que está de su hijo.
Kushina
hizo un ruidito con la boca en aceptación de las palabras de Mikoto y la morena
parecía muy feliz con su vida casera. Todo está sensaciones en Kushina hicieron
que se preguntara si ella también lograría tener un estado así de alegría
aunque la pelirroja no pudo evitar sacudir la cabeza completamente ruborizada
cuando el fugaz pensamiento de querer saber cómo sería ella como mamá o la
sencilla e inevitable realidad de ser mamá después de que Minato y ella se
casasen.
― ¿Te
encuentras bien? ― La voz preocupada de Mikoto interrumpió los pensamientos de
la pelirroja.
― Sí,
solo es un poco de agotamiento por los preparativos de la boda, dattebane. ― Se
excusó la Uzumaki preguntándose de si estaría bien hacer algunas preguntas a
Mikoto, ya que desde la muerte de Mito no había hablado con otra mujer de temas
femeninos. ― Mikoto, yo… me… preguntaba, ¿qué sentiste cuando te casaste con
Fugaku kun? ― Inquirió en voz baja y un poco incómoda por escuchar su propia
incógnita en voz alta.
― Ya
sabes que Fugaku y yo estábamos comprometidos desde antes de mi nacimiento, así
que quizás no pueda ser sentimientos parecidos a los tuyos pero estaba muy
contenta de por fin, poder casarme con la persona que había sido elegida para
mí. ― Explicó Mikoto observando como la otra mujer asentía con nerviosismo.
― Yo
estoy muy feliz, todo parece un sueño pero… ― La pelirroja apretó con fuerza
los labios y sus ojos reflejaban sus dudas.
― No
tienes de que preocuparte, Minato te ama. Lo sé
por la forma en la que te mira cada vez que estáis juntos o como habla
de ti. ― Mikoto intentó calmar a Kushina.
La
Uzumaki sonrió a la otra mujer y asintió a sus palabras, ya que el rubio
siempre le demostraba el amor que le tenía.
― Lo
sé, no solo con la mirada me demuestra su amor, sino que también me recuerda
cada día lo feliz que está de estar junto a mí. ― Aseguró mostrando su mirada
ensoñadora del amor que sentía hacia su amado al hablar de él. ― También,
quería hacerte otra pregunta, Mikoto… ― Musitó la pelirroja con las mejillas
arreboladas.
―
¿Cuál es esa pregunta, Kushina? ― Animó Mikoto mientras esperaba a que su amiga
se decidiera a formular las palabras que la inquietaban.
― ¿Qué
se siente ser mamá? ― Preguntó apenada pero con su rostro lleno de curiosidad
por la respuesta que diría su compañera.
― Mmm…
Cuando me enteré que sería madre solo podía sentir felicidad y dicha aunque…
igual, tuve un poco de miedo porque todo fue muy repentino y desconocido. No
hay un libro o pergamino que te diga exactamente como se debe ser una buena
madre o te ayude a cuidar a un hijo. ― Mikoto llevó en un inicio un dedo a su
barbilla mientras respondía para luego expresar sus sentimientos mientras
retiraba su mano de la cara.
Kushina
bajó la cabeza mientras apretaba la tela de su vestido con las manos porque
aquellas palabras no solventaban su curiosidad.
― No
fue… ¿doloroso? ― La pregunta hecha en un susurro de la Uzumaki hizo que la
otra mujer agudizara sus oídos para poder comprender que estaba diciendo.
― El
traer un bebé al mundo no es una tarea fácil pero cuando finalmente lo ves y
sostienes a tú bebé, sientes que todo ha valido la pena. ― Mikoto sonrió
recordando el nacimiento de su propio hijo.
― ¡No
me refiero a eso, dattebane! ― Kushina interrumpió apresuradamente y mirando
nerviosamente a su alrededor antes de preguntar y poder formular mejor su
cuestionamiento de lo que realmente le inquietaba y esperaba que la otra mujer pudiese hacer desaparecer sus dudas con la
respuesta que le diera mientras el temor la hizo sentir un escalofrío por ser
un tema desconocido y pocas veces llegó a escuchar de ello. ― En realidad,
quiero saber si duele mucho cuando un hombre y una mujer… ¡DATTEBANE! ― Terminó
gritando completamente avergonzada para luego acercarse al oído de la mujer
Uchiha tímidamente. ― ¿Te dolió mucho… estar con Fugaku kun? ― Murmuró en un
hilo de voz, demasiado incómoda con la pregunta pero no había tenido ese tipo
de charla con nadie.
― No
puedo decirte con certeza sobre eso porque es diferente para todas las mujeres.
― Sonrió Mikoto para apreciar el rostro sorprendido de la pelirroja, quien cambió
el rostro a uno triste y apenado. ― No debes temer, puedo entenderlo, yo
también me sentía nerviosa con lo que iba a ocurrir después de la boda y el
estar a solas con mi esposo. ― Se llevó un dedo al mentón pensativamente. ―
Deberías hablar con Minato kun aunque lo más probable, es que sea muy
cuidadoso. ― Sugirió un poco incómoda por hablar con la otra mujer sobre un
tema tan personal.
―
Gracias. ― Kushina sonrió agradecida aunque no había disuelto los temores de lo
que pasaría después de la boda y no estaba muy segura sobre como contarle a
Minato de ese tema a pesar de que ambos eran muy comunicativos sobre sus
preocupaciones y anhelos.
― No
deberías preocuparte tanto, él te ha protegido desde la Academia ninja. ―
Recordó Mikoto haciendo ruborizar a Kushina.
Mikoto
sonrió al ver aquel lado tierno de la mujer apodada “Habanero sangriento” y de
la que muchos enemigos temblaban al escuchar dicho apodo.
― Kushina,
sé que estarás bien. Yo también tuve mis temores pero Minato te ama. Confía en
el amor que os une. ― Agregó la Uchiha con una sonrisa mientras la pelirroja
asentía tímidamente. ― Ha sido un placer hablar contigo, ¡Felicidades por tu
pronto matrimonio! ― Se despidió Mikoto con una suave reverencia para seguir su
camino.
―
Gracias, Mikoto. ¡Qué tengas un buen día! ― Se despidió Kushina para seguir su
camino con los ánimos renovados sin poder borrar del todo el tenue sonrojo que
aún se mostraba en su cara aunque algunas nuevas preocupaciones revoloteaban en
su cabeza.
Fin.
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