Nagato
estaba devastado, no sabía cómo consolar a Konan porque para él también había
sido un duro trago el caer en la trampa de Hanzou y su error había cobrado caro
porque Yahiko pereció en ese encuentro buscando liberar al País de la Lluvia de
las guerras constante del shinobi que tomó el mando de la Lluvia.
El
pelirrojo aún sentía su cuerpo entumecido debido al exceso de chakra que había
usado al utilizar el poder de sus ojos en medio de dolor de la tragedia.
― Creo
que ahora entiendes mejor mi propuesta y sabes que no tienes más opciones que
aceptar. ― Habló una voz seria procedente de algún lugar a espaldas de Nagato.
― ¡TÚ!
― Nagato frunció el ceño al descubrir al enmascarado.
― No
pongas esa cara. ― Dijo jocosamente.
―
¿Quién eres en realidad? ― Preguntó molesto, aún estaba enfurecido por lo
ocurrido y lo impotente que fueron al no poder impedir que Yahiko muriera en la
trampa de Hanzou.
― ¿Yo?
Nadie importante, solo alguien que quiere ayudar a cambiar el mundo con sus
injusticias. Te lo había dicho y sabes que tú tienes el poder de conseguir ese
sueño con el poder que albergan tus ojos. ― Señaló a Nagato quien apretó sus
labios. ― Con mi propuesta podrás hacer el sueño de tu amigo realidad y las
guerras cesaran, solo tienes que aceptar el trato. Nagato. ― Argumentó el
enmascarado con seguridad.
― Mis
ojos no sirven para ayudar a salvar este mundo podrido. Solo son una maldición
que tengo para presenciar cómo mis seres queridos son arrebatados de mi lado. ―
Gruñó con recelo el pelirrojo. ― ¡DEJA DE OCULTAR QUIEN ERES! ― Exigió.
― Ya
te lo he dicho, no soy nadie que tenga importancia a diferente de ti. Eres la
clave para poder cambiar este mundo y dejes de sentir dolor. ― Contestó el
enmascarado caminando hacia el frente y elevar los brazos.
―No
dices nada real. ― Acotó el Uzumaki.
― Por
supuesto que no es así. Todo lo que te cuento es real pero te obstinas en no
querer aceptar que aún no es tarde porque estás nublado por el dolor. ― Indicó
el enmascarado. ― Pero eres consciente de ser el único que puede cambiar todo
esto, de conseguir el propósito por el que tus amigos luchaban. ― Se giró para
señalar al otro hombre.
Un
silencio tenso rodeaba a los dos shinobis que solo era roto por el sonido de la
lluvia.
―
Akatsuki no seguirá sin Yahiko. Tanto Konan como yo no somos lo suficientemente
fuertes y buenos para continuar adelante con el grupo que formamos con Yahiko
como líder. ― Comentó apretando los puños mientras sentía que como mínimo
debían de seguir viviendo para cumplir el sueño por el que Yahiko murió.
―
Infravaloras tu potencial y el destino para el que naciste. Puedes guiar a los
miembros del grupo de ninjas rebeldes que creaste con tus amigos, puedes lograr
tomar el mando de este país pero necesitas verdaderos shinobis fuertes para
alcanzar el objetivo que elegisteis tener pero entre los hombres que te
acompañan no hay nadie que tenga el poder necesario aunque… Tampoco necesitas
cuando llevas contigo un poder aún más poderoso que el byakugan de Konoha. ―
Afirmó Obito.
― ¿Me
crees idiota? El poder que tengo no es tan poderoso como el famoso byakugan o
el sharingan de Konoha. ― Comentó Nagato mientras soltaba una pequeña risa de
incredulidad a causa de las palabras del
enmascarado.
―
¡Eres terco! ― Exclamó el enigmático shinobi. ― Has olvidado que tus ojos son
iguales a los que poseía el sabido de los seis caminos. Por ello, tus ojos son
más poderosos que cualquier otro poder ocular existente pero ahora, tu amigo no
está a causa de que tu debilidad y temor hizo que no pudieras usarlos para
salvarlo. Eres alguien débil, Nagato. ― Acusó.
―
¡CÁLLATE! ¡TÚ NO SABES NADA! ¡NO ESTABAS ALLÍ PARA SABER LO QUE PASÓ! ― Aulló
Nagato sin poder contener el dolor que le causó la acusación.
― ¿Es
necesario? ― Preguntó jactancioso el enmascarado. ― Tú cara es un libro abierto
donde las palabras culpa y débil se lee con demasiada claridad porque si
hubieras actuado y hacer lo que debiste, sin sentir temor al poder que se te
concedió ahora uno de tus amantes no hubieran perecido en una trampa tan obvia.
― Habló sabiendo que sus palabras cavarían más en el pelirrojo y conseguiría
convencerlo de que se uniera a él.
― No
es… cierto. ― Arrastró las palabras Nagato sintiendo que sus ojos se inundaban
de lágrimas una vez más ese día.
― Él
simplemente murió porque no fuiste capaz de protegerlo e incluso, es posible
que en su lecho de muerte, depositó toda su confianza en ti para que
continuaras con el sueño de cambiar el mundo, sin guerras ni hambre pero te
niegas a tomar ese propósito y la oportunidad que te doy para hacerlo una
realidad. ― Dijo Obito sin ningún tipo de piedad.
El
pelirrojo ahogó un sollozo al escuchar al enmascarado, sabía que Yahiko quería
que se continuara su sueño pero él no estaba seguro de poder lograrlo y menos
sin él, sino tan solo él hubiera sido más fuerte, Yahiko no hubiera muerto.
― Deja
de autolamentarte en tu propia debilidad, Nagato y acepta. No tienes nada que
perder ahora que Yahiko está muerto por tu misma debilidad. Vuelvete fuerte,
acepta tu poder y ese mismo dolor que te hará más fuerte para poder cumplir el
sueño que imaginaste con tus amantes. ― Habló tratando de convencer al
contrario, sabía que estaba a punto de aceptar
y necesitaba un incentivo para que el pelirrojo cediera a unirse a él. ―
Si aceptas y me ayudas a cumplir mi propósito, te ayudaré a traer a tu amante a
la vida si cumples con lo que te digo. ― Aclaró lo último para atrapar la atención
del contrario.
―
¡DEJA DE BURLARTE DE MÍ, NO PUEDES TRAER A NADIE DE LA MUERTE! ― Gritó con
dolor aguantando las lágrimas que estaban por desbordarse de sus ojos. ― Yahiko
no regresará. ― Murmuró.
―
Claro que se puede, solo hay que saber cómo y yo sé cómo hacerlo. ― Aseguró con
una sonrisa divertida porque podía ver la duda en el pelirrojo que lo haría
flaquear. ― Hay un poder prohibido para poder lograrlo pero para usar ese poder
se tiene que reunir… ― Se quedó callado mirando el rostro asombrado del otro
hombre que parecía impaciente y creyendo en la posibilidad de la que hablaba. ―
No puedo decir más, ya que no aceptarás y lo mejor es que me retire. ― Comentó
dándose la vuelta.
―
¡ESPERA! ― Gritó Nagato dando un paso hacia donde estaba el desconocido.
―
¿Quieres que me quede? Sé que no estás interesado en mi oferta y mejor me voy a
intentar yo solo el traer la paz y prosperidad que este mundo lleno de odio y
dolor necesita. ― Respondió con la cabeza baja y tono abatido Obito.
― No…
yo acepto. Dijiste que tu plan puede hacer el sueño de Yahiko realidad y podré volver
a verlo. Al menos, una vez más. ¡LO HARÉ! ¡HARÉ LO QUE SEA! ¡ACEPTO TU
PROPUESTA! ― Prometió desesperadamente el Uzumaki.
― Muy
bien… Nagato pero para conseguirlo primero necesitarás que aceptes tu poder y
no hay otra forma que tomando el mando de este país por el que tú y tus amigos
han luchado tanto. ― Indicó acercándose al Uzumaki quien había caído de
rodillas mirando sus manos.
― No
entiendo como podré hacer algo así. ― Balbuceó.
― Solo
déjate guiar por tu dolor, abraza el poder de tus ojos y después… después te
diré lo que tenemos que hacer para acabar con todo el sufrimiento que azota
este mundo. ― Añadió Obito acuclillándose para quedar frente al pelirrojo y
mostrar su sharingan por el único agujero que tenía su máscara.
― Tú…
― Señaló Nagato desconcertado al ver el conocido keke genkai del clan Uchiha al
que muchos shinobis temían, brillar por el agujero que tenía la máscara del
desconocido.
― Los
dos podremos lograr la paz en este mundo, ya te lo he dicho. ― Repitió Obito.
Fin.
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