Naruto aún no podía creer que frente a él estuviera su madre real,
aquella mujer que no conocía ni su nombre, aunque hubiera escuchado toda la
historia de cómo Kyubi fue encerrado en su interior en un acto desesperado que
supondría convertirlo en un héroe por contener al zorro de nueve colas en su
interior pero las cosas no habían transcurrido como desearon sus padres y tenía
tantas preguntas y reproches que hacer pero que en ese momento habían
desparecido de su mente, sin tener en cuenta que no tenía más tiempo para
conocer más a la mujer de largo cabello rojo frente suyo.
― Yo… yo te necesité tanto en todo este tiempo. ― Confesó en un hilo de
voz el rubio mientras mira a Kushina sintiendo como sus ojos se humedecen
porque aquellas palabras salieron de su boca inconscientemente.
― Naruto… ― Suspiró con tristeza la pelirroja el nombre del chico
porque cuando decidió junto a su esposo entregar sus vidas para salvar Konoha
encerrando a la bestia con colas en el interior de su hijo recién nacido,
sabían de que Naruto los necesitaría y no estarían ahí para ayudarlo, apoyarlo
y ver como crecía.
― Realmente me hicieron mucha falta. ― Dijo el rubio con tristeza
siendo más consciente de sus palabras y recordando todos aquellos momentos en
que no tenía una madre o un padre que lo reprendiera, lo abrazara, lo
consolara… ― No os odio por haber tomado la decisión de encerrar al Kyubi
dentro de mí, entiendo bien lo que hicieron pero igualmente, estoy feliz ahora
mismo por haberte podido conocer.
― Lo siento tanto, Naruto. ― Se disculpó Kushina sintiendo sus ojos
picar por las palabras de su hijo, así como el hecho de que Naruto estaba
llorando y ya no era aquel bebé que recordaba y dejó junto a su marido con una
gran responsabilidad. ― Nunca quisimos dejarte solo.
― Está bien mamá no tienes que disculparte. ― Afirmó el rubio tomando
la mano de la pelirroja y sonriendo levemente. ― Sé que lo hicieron para
proteger la aldea y a mí. No había otra forma de hacerlo.
― Me gustaría que tu padre estuviese aquí para escucharte porque nos
fuimos depositando tantas esperanzas en ti y el temor de que nos odiaras por
dejarte con tan grande responsabilidad. ― Kushina limpió las lágrimas que
derramaba silenciosamente.
― También, me hubiera gustado conocer a chichiue. ― Sonrió Naruto con
un poco de tristeza por no ver a su padre ahí. ― Lo admiraba sin saber quién
era, deseando ser un día como él. ― Confesó avergonzado.
― Te has convertido en todo un hombre, Naruto. No puedo evitar sentir
tristeza por no estar a tu lado y disculparme por no verte crecer, hijo. ―
Habló la pelirroja mientras se acercaba al adolescente frente a ella. ― Eres un
gran chico.
― Muchas gracias, mamá, pero no tienes que disculparte por algo así
porque no tengo nada que perdonarte. ― Dijo el rubio con una sonrisa mirando a
su madre quien sonrió antes de abrazar a su hijo mientras lágrimas salían de
sus ojos.
― Gracias Naruto. ― Agradeció la mujer entrecortadamente estrechando
más el abrazo con su hijo que ya era todo un hombre y no aquel indefenso bebé
que había cargado una sola vez antes de morir.
Naruto sonrió dejándose abrazar por su madre porque él había anhelado
el sentir el abrazo de su madre hasta que finalmente, ahora lo había cumplido y
hacía que se sintiera feliz.
― Ya debo marcharme junto a tu padre, hijo, pero no olvides que te
queremos. ― Se despidió la pelirroja conteniendo más lágrimas que deseaban
abandonar sus ojos. ― Estás creciendo fuerte y la mujer que esté a tu lado y se
convierta en tu esposa será muy afortunada. ― Sonrió Kushina deshaciendo el
abrazo.
― Madre… ― Gimió Naruto al percatarse de que no volverí a ver
nuevamente a la mujer que le otorgó la vida.
― Eres un gran chico y te convertirás en un buen shinobi. Recuerda
comer sano y asearte diariamente. ― Aconsejó Kushina mientras sonreía empezando
a desvanecerse.
Naruto asintió mientras más lágrimas brotan de sus ojos y la pelirroja
desaparecía con una sonrisa amable y afectuosa.