Había
transcurrido mucho tiempo, Hashirama había podido experimentar la alegría de
convertirse en abuelo aunque en todos esos años no consiguió calmar el dolor de
la desaparición de Madara, sabía que no podía dejar de amarlo aunque ya no
estuviese en el mundo pero el nacimiento de Tsunade, su primera nieta, había
logrado confortar su adolorido corazón.
Hashirama
adora a su nieta porque ante sus ojos era como un pequeño rayo de luz en su
atormentada vida y la pequeña Tsunade parecía tener una gran admiración hacia
su abuelo, ya que no había momento que no quisiera estar al lado del primer
Hokage pero por supuesto, Hashirama como abuelo amoroso, no podía evitar
consentir y complacer a la linda niña de cabellos dorados.
―
¡Abuelo! ― Llamó Tsunade con una radiante sonrisa mientras apretaba la gran
mano del hombre que la guiaba hacia algún lugar de la villa.
―
Tsunade - chan, ¿qué te parece si vamos a visitar al tío Tobirama? ― Preguntó
con una sonrisa Hashirama mientras caminaban por las calles hasta el lugar
donde estaba su hermano a esas horas del día.
La
niña asintió en respuesta, contenta de tener toda la atención de su amado
abuelo y aunque no entendía muy bien quien era en realidad su abuelo o lo que
representaba para la villa en la que nació, Tsunade solo era feliz de que su
abuelo fuese su abuelo.
Hashirama
sonrió a su primogénita nieta, al ver su aceptación, y emprendió camino hacia
el departamento de su hermano. Cuando ambos, abuelo y nieta, llegaron a su
destino, Hashirama golpeó ligeramente la puerta y esperó a que Tobirama abriera
para recibirlos.
Tobirama,
ese día no esperaba a nadie, cuando escuchó que la puerta de su morada fue
golpeada, se apresuró en ir abrirla pero se sorprendió de ver a su hermano ahí,
acompañado de la niña.
― ¡TÍO
TOBIRAMA! ― Gritó Tsunade con una sonrisa liberándose del agarre de la mano de
su abuelo y correr hasta la pierna derecha del hombre albino para abrazarla.
Tobirama
se sorprendió ante la reacción de la niña y bajó la mirada para encontrarse con
el pequeño rostro alegre de la pequeña rubia, logrando que la tierna imagen lo
hiciera formar una sonrisa en sus labios para ponerse en cuclillas y poder
abrazar a la menor.
―
¡Hola, Tsunade - chan! Hacía mucho que no te veía y has crecido mucho en este
tiempo. ― Saludó mientras revolvía el cabello rubio de la niña para luego,
volver a quedar parado frente a su hermano. ― Aniya… ¿qué os trae por aquí? ―
Preguntó mirando a su hermano curioso de que se acercara a su hogar ese día.
―
¿Necesito tener un motivo para visitarte? ― Preguntó con aura deprimida
Hashirama mientras una risita brotaba de Tsunade por el cambio de humor de su
abuelo. ― Solo quería ver cómo estabas después de que llegaste ayer de la
misión. Pensé que necesitabas distraerte un poco y que mejor manera que estar
un poco con tu querido hermano mayor y Tsunade - chan. ― Explicó con un mohín
que volvió hacer reír a la niña mientras que por el contrario hizo rodar los
ojos del hombre de cabello blanco.
― No
es necesario que vinieras, estoy seguro que Tsunade es simplemente feliz de que
la sigas malcriando. ― Indicó Tobirama rascándose la cabeza con pereza ya que
no había dormido demasiado debido a que llegó a Konoha en la noche pero tuvo
que esperar despierto hasta la madrugada para dar el informe de la misión a su
hermano.
― Pero
Tsunade - chan quería verte y no podía negar el estar aquí, ¿cierto, Tsuna -
kun? ― Dirigió su conversación a la niña con una sonrisa fraternal en espera de
que Tsunade apoyara sus palabras.
Tobirama
miró a los dos visitantes con la derrota reflejada en una sonrisa mientras el
pensamiento de que parecía que Tsunade se está convirtiendo en una mini -
Hashirama debido a que su hermano le encantaba consentir a su caprichosa nieta.
―
Entonces… ¿vienes con nosotros? ― Preguntó Hashirama para cargar a Tsunade que
parecía estar divirtiéndose en todo momento.
―
¿Hacia dónde nos dirigimos? ― Inquirió Tobirama con curiosidad, observando a su
hermano.
― ¡A
comer helado! ― Exclamó la pequeña rubia con una gran sonrisa mientras daba una
palma con sus manos para luego, sujetarse de la ropa de su abuelo.
El
albino solo suspiró en derrota, no podría negarse o discutir el lugar de elección
por las preferencias de una niña y estaba seguro, su hermano accedería, así que
asintió para tomar las llaves de su casa antes de salir, cerrando la puerta de
su hogar.
Hashirama
llevaba a su nieta en brazos, por lo que comenzó a caminar hacia la pequeña
tienda que hace poco se había abierto en Konoha como una heladería que se había
vuelto muy popular, siendo seguido por su hermano. Cuando llegaron, se
acercaron al mostrador para elegir alguno de los sabores de helado, aunque no
había gran variedad de sabores.
―
Aniya, dime la verdad. No viniste a visitarme solo para que te acompañe a
comprar un helado para Tsunade. ― Afirmó en voz baja Tobirama mirando a
Hashirama, quien observaba a su nieta que señalaba los sabores detrás del
cristal y juzgaba cada sabor de helado.
―
Alguien envió a un shinobi con la misión de asesinarme. ― Respondió el Hokage
en voz lo suficientemente baja para que su hermano fuera el único en escuchar
sus palabras mientras observaba a su nieta que sonreía al chico de detrás del
mostrador que le contaba algo a la niña.
― ¿Te
refieres a una aldea ninja? ― Consultó Tobirama con seriedad mientras veía a su
hermano asentir antes de pagar el helado de la pequeña rubia y todos empezar a
alejarse del pequeño establecimiento. ― Esto traerá muchos problemas, han
atentado contra el líder de otra villa. ― Hashirama asintió con el rostro serio
y cargado de preocupación mientras caminaba llevando a Tsunade de la mano y la
niña lamía el helado que sostenido en su otra mano. ― ¿Sabes quién es el
shinobi que te atacó? ― Preguntó el albino nuevamente mientras apretaba los
puños comprendiendo la preocupación que mostraba su hermano y sintiéndose
molesto porque alguien se atreviese a tal acto aunque Tobirama sabe que la fama
de su hermano lo precede y el hecho de que podía defenderse solo, era bueno,
Tobirama no podía evitar irritarse porque hayan intentado acabar con la vida de
Hashirama.
― Me
reveló su nombre, Kakuzu. ― Respondió el mayor como si no importara conocer el
nombre del ninja que aceptó una misión que empeoraría más la situación que
había entre las diferentes villas shinobis.
― Lo
dejaste vivir, aniya. ― Acusó Tobirama frunciendo el ceño.
― Él
era un shinobi con una misión. No puedo responsabilizarlo por el ataque pero
espero, que se tome la vida de ese hombre como un punto a favor de no volver a
intentar hacer algo así y terminen de seguir con la intromisión al País del
Fuego. ― Habló Hashirama mientras acariciaba la cabeza de Tsunade que ocupaba
su atención al dulce helado, ignorando a los adultos.
― Será
una buena advertencia pero quizás, no logres tu propósito. ― Susurró Tobirama
mientras cruzaba sus brazos sobre su torso, sabiendo que aquel acto también
podría derivar a la guerra que Hashirama intentaba aplazar pero que las villas
shinobis de los otros países anhelaban tener para acabar con su mayor rival,
Konoha.
―
Abuelo, abuelo… ― Llamó Tsunade interrumpiendo la conversación de los hermanos
para ser nuevamente cargada por Hashirama quien sonrió a la pequeña rubia.
―
Serás una autentica Hime cuando seas mayor, Tsunade. ― Dijo divertido Hashirama
por lo consentida que había vuelto a su nieta.
― No,
yo seré shinobi para estar contigo. ― Respondió Tsunade haciendo un mohín, logrando
que los hermanos rieran por la reacción caprichosa de Tsunade.
-Fin-
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