lunes, 9 de diciembre de 2019

Mito - Kushina - Minato



Mito podía decir que había empezado a ser plenamente feliz después de que Madara desapareciera de su vida y la de su difunto esposo. Ella había logrado tener una familia hermosa y próspera aunque necesitó sacrificarse para convertirse en la jinchuriki del Kyubi pero ahora, Mito era consciente de que estaba viviendo demasiado, en algún momento tendría que reunirse con su amado Hashirama pero no podía ser tan egoísta como para llevarse al zorro de nueve colas con ella. Por ello, la mujer había emprendido la búsqueda de alguien que la sucediese como jinchuriki para que el zorro continuara en la aldea después de que los otros binjus fueran arrebatados de Konoha o entregados en un acuerdo frágil de paz, que pronto fue roto por los otros líderes ninjas.

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Sin embargo, no hubo suerte en  lograr a alguien que pudiera ocupar el puesto de jinchuriki y Mito se vio en la obligación de contactar a su clan shinobi natal para que enviaran a Konoha a una persona adecuada ya que sabía que los Uzumaki era lo suficientemente fuerte para albergar el destino de recipiente de chakras y un binju pudiera ser sellado sin problemas, especialmente uno tan poderoso como lo era el Kyubi.

La sorpresa de Mito fue inmensa cuando una niña llamada Kushina fue enviada desde el clan Uzumaki como respuesta a su pedido y la pequeña pelirroja fuese su discípula, la cual empezó a preparar aunque podía sentir la admiración que la pequeña niña profesa abiertamente hacia ella.

A pesar de que el mundo shinobi seguía sumergido en una guerra, Mito jamás pensó que la chica que tomaría su lugar como jinckuriki fuera atrapada por el enemigo. El corazón de la anciana se encogió cuando le contaron lo ocurrido y ella misma solicitó que no dejaran de buscar a Kushina hasta que la encontraran pero pronto, la incertidumbre causada por el rapto de la heredera de Mito, fue un recuerdo para Konoha cuando Kushina regresó a la aldea junto a un adolescente rubio, compañero de la academia ninja de la pequeña Uzumaki.

Mito se sintió agradecida y pidió a la adolescente que trajera un día con ella al chico que la salvó para poder darle las gracias apropiadamente y esa tarde, como las anteriores, esperaba la llegada de Kushina pacientemente para mostrarle los jutsus de sellado que les eran necesarios a la joven junto a la esperanza de que pudiera traer al intrépido shinobi que rescató a Kushina.

― ¡Mito sama! ― Llamó alegremente Kushina cuando entró en la habitación.

― Mi pequeña, Kushina. ― Respondió la anciana incorporándose de la cama donde estaba recostada. ― No sabes cuánto he estado esperando tu llegada hoy. ― Agregó abriendo su brazos para recibir a la chica que no se contuvo en abrazarla y sonreír por la muestra de afecto.

― Mito sama, hoy me acompaña Minato. Le pedí viniese hasta aquí conmigo como usted me lo solicitó pero hasta hoy logré convencerlo de venir, dattebane. ― Indicó la pelirroja dándose la vuelta para llamar al chico que la salvó, quien se había quedado fuera de la alcoba. ― ¡Ven, Minato! ― Llamó al rubio que entró un poco temeroso y nervioso.

Minato se adentró al ser llamado por su compañera de academia de cabello escarlata, sentía muchos nervios de conocer en persona a la esposa del primer Hokage.

― ¡Buenas tardes! ― Saludó nervioso y haciendo una forzada reverencia el pequeño rubio mientras un sonrojo leve aparecía en su rostro.

― No temas, acércate y deja que te de un abrazo. ― Demandó Mito para ver como Minato asentía y se acercó hasta la cama donde está la anciana para cumplir la petición. ― ¡Muchas gracias por salvar a Kushina! Konoha te debe mucho, muchacho. ― Agradeció Mito con una sonrisa.

― No ha sido nada, solo cumplí con mi deber de shinobi. ― Murmuró el rubio apresuradamente mientras un casi imperceptible sonrojo se mostró en su rostro.

― ¡NO ES CIERTO, DATTEBANE! ― Gritó Kushina con molestia. ― Mito sama, Minato fue el único que se dio cuenta que estaba dejando pistas por el camino por el que me obligaban a ir los secuestradores. Gracias a ello, estoy de vuelta en Konoha. ― Aclaró la pequeña Uzumaki.

Mito rio levemente por la situación, Kushina era muy impulsiva pero Minato parecía ser un chico muy tranquilo.

― Es parte de ser shinobi. ― Se excusó Minato con timidez ante las palabras de Kushina.

― Hacéis una buena pareja y vuestros caracteres se complementan en un buen equilibrio. ― Irrumpió Mito en la pequeña discusión que mantenían los adolescentes.

― ¡MITO SAMA! ¡QUE DICE, ESO NO ES POSIBLE ÉL/ELLA ES MI AMIGO/A! ― Exclamaron al mismo tiempo los menores con un enorme sonrojo, observando a la anciana que reía al ver la vergüenza reflejada en los rostros de dos adolescentes.

― Bueno… yo solo hablo de lo que mi sabiduría puede ver aunque pueda pasar desapercibido para los jóvenes ya que ambos equilibráis la balanza adecuadamente. En el futuro, quizás seáis una pareja e incluso, puede ser que lleguéis a casaros formando vuestra familia. ― Habló la mujer con una sonrisa amable mientras imaginaba el futuro de los jóvenes frente a ella.

Kushina y Minato solo querían que la tierra se los tragara por las palabras de la vieja kunoichi.

― Aún somos niños, dattebane. No andamos pensando en esas cosas tan personales, Mito sama. ― Comentó Kushina con un sonrojo aún notable en sus mejillas imaginándose de igual forma aquel futuro que decía la anciana Uzumaki para descubrir que no le desagradaba.

Minato no pudo más que bajar su rostro, a él realmente le gustaba Kushina desde el día que la vio entrar al salón de clase de la academia shinobi pero sabía que Kushina no sentía lo mismo solo hablaba de convertirse en Hokage, esperando que el futuro le brindara la fortuna de que su compañera de academia se percatara de sus sentimientos y fuera correspondido. Por ello, no pudo estar tranquilo cuando le dijeron que fue capturada y su cerebro se puso en marcha a gran velocidad haciendo uso de sus conocimientos para encontrar y traer a Kushina de regreso a Konoha.

― Tenéis mucho tiempo y la vida os depara un largo camino. Puede que no sea ocurra mis palabras pero la posibilidad de que algo así suceda está en los giros que seguimos en nuestra vida, mi niña. ― Explicó Mito acariciando la cabeza de Kushina mientras se ponía en pie con esfuerzo. ― Minato kun, te pido que cuides de Kushina chan. Ella va a necesitar tener a su lado a alguien fuerte y de corazón amable como lo eres tú porque su destino ya está decidido por una pesada carga. ― Pidió la anciana al niño, quien había mostrado que Mito no estaba del todo equivocada en creer que existiera una posibilidad romántica entre los dos adolescentes.

― ¡MITO SAMA! ― Gritó Kushina al mismo tiempo que un avergonzado Minato asentía en respuesta de lo pedido por la anciana. ― ¡IDIOTA, NO TE QUEDES CALLADO Y DILE A MITO SAMA QUE NO PUEDE SER, DATTEBANE! ― Exigió la adolescente a su compañero que se sobresaltó por el regaño de su amiga.

― No te preocupes, Kushina chan, está bien. Todo está bien. ― Habló la anciana calmando a la pequeña pelirroja con una sonrisa por la vitalidad que mostraba la joven chica. ― Ha sido un placer conocerte, Minato kun y estoy muy agradecida contigo. ― Sonrió la mujer de edad avanzada.

― El honor es mío. ― Musitó Minato con timidez para inclinarse antes de salir apresuradamente, temiendo que Kushina fuera a golpearlo y dejar a las dos mujeres en la habitación.

― Kushina, él es un gran chico y puedo sentir que le espera un gran futuro. Estoy muy contenta de que tengas un amigo como él. ― Indicó Mito volviendo a tomar asiento sobre su cama mientras Kushina asentía con un sonrojo porque la adolescente también se sentía feliz de saber que Minato fuera uno de sus amigos.


-Fin-



lunes, 2 de diciembre de 2019

Jiraiya - Yahiko - Konan - Nagato




Había terminado el entrenamiento de ese día por lo que los ninjas de La Lluvia estaban contentos por haber hecho bien todo los que les había dicho su sensei, mostrando lo enseñado.

Jiraiya estaba satisfecho de que sus alumnos se habían vuelto fuertes y ya podían valerse por ellos mismos siendo momento de ya irse a su aldea para ayudar en lo que pudiera en aquella guerra que no veían aún su final, esperó a llegar a la guarida que utilizaban como hogar para hablar con los tres ninjas que él había entrenado para comentarles de su partida.

Nagato siempre se rezagaba mientras que Yahiko le agradaba tomar el mando de líder pero Konan, era como el equilibrio que necesitaban los dos jóvenes o así los observaba Jiraiya, su corazón le decía que iba a extrañar a esos chicos.

― Jiraiya sensei, ¿cree que podría mejorar más mi técnica? ― Preguntó con una enorme sonrisa Yahiko mientras ponía sus manos en la nuca.

― Si continúan practicando, lo conseguirás como también lo harán Konan y Nagato. ― Respondió Jiraiya intentando no mostrar la tristeza que sería dar la noticia a sus improvisados alumnos.

― Konan y Yahiko son mucho mejores que yo. ― Habló tímidamente Nagato.

Jiraiya llevó su mano hasta la cabeza de cabello rojo para revolver un poco el liso pelo escarlata y sorprendiendo al joven que estaba sumido en sus pensamientos.

― Seréis grandes shinobis si os lo proponéis y evolucionareis con vuestras técnicas mientras continuéis juntos. ― Afirmó Jiraiya.

Los tres chicos sonrieron emocionados ante las palabras de su sensei.

Resultado de imagen de jiraiya, yahiko, nagato, konanAl llegar a la cabaña, Konan y Nagato se fueron directo a la cocina a preparar la comida de ese día, era el turno de ellos para cocinar.

― Oye, Nagato. ― Llamó la kunoichi en un susurro a su amigo, este hizo un pequeño ruido confirmando que la estaba escuchando sin dejar de preparar los vegetales. ― ¿Te percataste de que Jiraiya sensei se ve hoy un poco triste? ― Preguntó mirando al pelirrojo, este dejó de cortar las verduras para voltearse a mirar a la chica.

― Sí, lo noté. ¿Será qué lo llamaron de su aldea? O ¿quizás estoy causando un problema en vuestros jutsu porque me retrasé? ― Comentó el pelirrojo un tanto preocupado por su sensei y de que él fuera el causante del raro comportamiento del hombre de cabello blanco.

Konan apretó sus puños, Jiraiya les había dado la oportunidad de aprender jutsus y taijutsu para defenderse, también les había enseñado a cocinar y encontrar comida en su entorno. Incluso, había instruido para reconocer hongos comestibles y plantas medicinales de las tóxicas o venenosas que les ayudaría a sobrevivir.

― Somos muy egoísta. ― Habló Konan con molestia en su voz omitiendo la pregunta en la que Nagato volvía a infravalorarse cuando ya le había dicho Yahiko y ella que no era así. ― Deberíamos hacer algo para mostrar nuestro agradecimiento por todo lo que nos ha enseñado para poder cuidarnos solos. Además de su bondad por escucharnos y convertirse en nuestro sensei cuando otros ninjas solo nos miraban como basura o nos golpearon por pedir que nos enseñara a ser shinobis. ― Se giró para mirar a su amigo.

― Lo sé pero aún somos unos niños como para saber qué debemos hacer para hacer que deje de estar triste. ― Respondió Nagato confundido por el repentino comportamiento de su amiga.

― ¿Y por qué no hacemos una cena increíble para celebrar nuestro progreso y como gratitud a Jiraiya sensei? Es posible que se anime ya que solo nos hemos alimentado estos días de pescados y por fin, tenemos lago de carne. ― Interrumpió Yahiko con una gran sonrisa y obteniendo la atención de sus compañeros que sonrieron mientras asentían con la cabeza.

― Debemos esforzarnos para que sea la mejor comida que hayamos podido probar. ― Habló con ánimos retomados Konan.

― ¡YO TAMBIÉN QUIERO COCINAR! ― Exclamó Yahiko para ponerse al lado de Nagato y arrebatarle el cuchillo con el que estaba pelando y cortando algunos de los vegetales que tenía en un cuenco de arcilla.

― ¡Eh! ¡Yo estaba haciendo esto! ― Gimió Nagato al ver como su amigo le arrebató su cuchillo para comenzar a pelar una zanahoria.

Yahiko soltó una carcajada al escuchar y notar el pequeño mohín que hacía su compañero por haberle arrebatado su puesto de pelar y cortar vegetales.

― Tú puedes comenzar a marinar la carne, Nagato. ― Comentó con una pequeña sonrisa. ― Mientras termino de cortar las verduras. ― Indicó mientras se encogía de hombros.

El pelirrojo rodó los ojos para asentir y hacer lo que había sugerido su amigo.

Jiraiya había ido a ver que hacía sus alumnos ya que no escuchaba ruido y se sorprendió de verlos concentrado preparando la comida, se ofreció a ayudarlos pero los tres adolescentes lo rechazaron y le pidieron que solo se dedicara a descansar hasta que estuviera hecha la comida.

Los tres amigos se dedicaron a preparar un gran banquete con las pocas provisiones que tenían para celebrar su progreso con su maestro, al terminar comenzaron acomodar la mesa y hablaron a su sensei que se encontraba sentado tratando de escribir algo más para su novela mientras esperaba a que los menores le hablaran para comer.

La cena llegó rápido y Jiraiya observó como todos reían y ciertamente, los adolescente habían logrado hacer una comida deliciosa con los escasos ingredientes pero él debía ya comunicar a los jóvenes su marcha porque los tres huérfanos habían aprendido lo suficiente para defenderse y sobrevivir en medio de esa guerra.

― Nagato lanzó el kunai hacia donde estaba Konan pero ella saltó y tuve suerte de esquivarlo a tiempo porque se dirigía a mí pero no pude conservar el equilibrio cuando salté hacia atrás para que el kunai no me golpeara, fue por eso que me caí sobre el charco de lodo. ― Contaba Yahiko mientras llevaba un pedazo de carne a su boca mientras fingía estar molesto.

― Lo siento, solo estaba practicando con Konan. ― Se disculpó Nagato con un sonrojo mientras los demás reían por lo ocurrido en la mañana.

― Creo que ha llegado el momento. ― Interrumpió Jiraiya logrando que las risas de los jóvenes cesaran. ― Yo ya no puedo continuar aquí, os he enseñado todo lo que sé para  qué podáis sobrevivir, así que ha llegado el momento de despedirnos. ― Habló con tristeza ya que los tres adolescentes habían conseguido tener el cariño del Sannin de los sapos.

― Quiere decir que… ― Habló Konan comenzando a derramar lágrimas mientras dejaba caer sus palillos.

― Sen… sei… ― Pronunció Yahiko también afectado por la noticia intentando no derramar lágrimas como ya lo estaba haciendo Konan y Nagato.

― ¡Ey! ¡Ey! No os pongáis así, deberíais estar felices. Esto significa que lo habéis logrado y sois lo suficientemente fuerte. ― Intentó animar Jiraiya para sentir como los tres jóvenes se levantaban de sus lugares y se abalanzaron hacia él para abrazarlo con lágrimas en los ojos.

― Gracias. ― Dijeron al unísono los adolescentes.

Jiraiya sonrió para corresponder el abrazo, extrañaría esos tres adolescentes pero él ya no podía enseñarles nada nuevo y debía regresar a Konoha. Había pasado demasiado tiempo lejos de su villa natal donde se encontrarían sus amigos y especialmente esperaba que Orochimaru no estuviera demasiado molesto con su decisión de educar como ninjas a esos huérfanos pero estaba seguro que aunque los años pasaran no podría olvidar a Yahiko, Konan y Nagato porque Jiraiya también había aprendido de los tres adolescentes.







Esa noche, todos los integrantes de la pequeña cabaña se fueron a dormir bastante tarde pero antes de que el alba surgiera, la sombra de un hombre abandonaba en silencio la pequeña morada bajo la suave lluvia.




-Fin.-





Naruto - Sasuke

    Había necesitado de este enfrentamiento para poder sentirse satisfecho, al igual que mostrar sus emociones y sentimientos en cada golp...