domingo, 1 de noviembre de 2020

Jiraiya - Naruto


Naruto caminaba molesto detrás de Jiraiya, el anciano solo se había detenido en los onzens y algunas pequeñas aldeas para espiar a mujeres semidesnudas o desnudas mientras se daban un baño. También, había ocasionado con esos actos que un grupo de furiosos hombres le persiguieran deseando darle una paliza por manchar el honor de las mujeres que habían sido vistas. Los aldeanos lo habían perseguido varios kilómetros hasta que consiguieron despistarlos. Por ello, es que Naruto sentía que la promesa del Sannin de los sapos se trataba de una gran mentira tan solo para salir de Konoha y ayudarlo en sus deshonestas formas de recopilar información para novelas obscenas.

 

Cuando Naruto se marchó junto a Jiraiya de Konoha, después de no haber podido detener que Sasuke abandonara la villa, había sido para entrenar y volverse en alguien lo suficientemente fuerte para poder regresar al Uchiha a Konoha. Sin embargo, Jiraiya no le había enseñado nada, solo lo  había llevado con él de un lado a otro, convenciéndolo para que fuera parte de sus fechorías en espiar a inocentes chicas porque según el Sannin de los sapos era una gran forma de entrenar y ser un mejor ninja mientras que Jiraiya obtendría material de gran importancia para su trabajo como escritor.

 

― ¡EH!¡ERO SENNIN! ― Llamó Naruto observando al hombre que caminaba frente a él con despreocupación pero como el rubio no recibió respuesta, se molestó aún más por ser ignorado. ― ¡ERO SENNIN! ¿Cuándo comenzamos con mi entrenamiento? Hasta ahora solo has hecho que estemos en problemas, dattebayo.

 

― ¿Entrenamiento? ― Repitió el anciano de cabello blanco llevando su mano derecha al mentón en una pose pensativa mientras seguían andando. ― ¿Qué entrenamiento, Naruto?

 

Uzumaki no pudo evitar que se le desencajara la mandíbula al escuchar al anciano que le cuestionaba sobre su entrenamiento.

 

― ¿¡QUÉ!? ¡NO ME DIGAS QUE OLVIDASTE TU PROMESA DE QUE ME ENTRENARIAS, DATTEBAYO! ― Gritó con enfado el rubio mirando mal al mayor que parecía le estuviera contando sobre un tema desconocido. ― Espero no sea que te afecta la edad pero me regreso a Konoha, no quiero perder el tiempo cuando tengo que traer a Sasuke de vuelta, Ero sennin, dattebayo.

 

― ¡MOCOSO INSOLENTE! ¡CUANTAS VECES TE HE DICHO QUE NO ME LLAMES ASÍ! ― Exclamó el Sannin con desagrado mientras se acercó al rubio para golpearlo en la cabeza por ser tan grosero.

 

― ¿¡PERO QUÉ TE PASA, DATTEBAYO!? ― Vociferó con sorpresa y dolor el adolescente mientras se protegía la zona de su cabeza donde había sido golpeado. ― Yo solo dije la verdad, dattebayo.

 

― No me has dejado terminar de hablar. ― Indicó Jiraiya cruzándose de brazos mientras se mostraba ofendido por el comportamiento del joven.

 

― No sé qué más tengo que escuchar, dattebayo. ― Refunfuñó Naruto mirando con desconfianza al hombre de largo cabello blanco.


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― No voy a entrenar a un idiota. Te dije que te ayudaré a controlar el poder que tienes en el interior y en eso basaremos este entrenamiento. ― Explicó el hombre señalando al rubio, quien cambió su expresión de frustración por una de preocupación y tristeza mientras apretaba su ropa sobre su panza con su mano derecha. ― Ahora mismo no eres más que un debilucho con un gran poder que no sabe utilizar. Por ello, si no sabes controlar ese chakra que hay en ti y por el cual hay shinobis que te buscan para arrebatártelo. Entiende que no puedes seguir como hasta ahora y empezar a preocuparte también por ti, tienes que saber utilizarlo si tanto quieres llevar al Uchiha de regreso a Konoha.

 

― Pero Ere sennin… ¿para qué me sirve usar este chakra, dattebayo? Solo me ha traído problemas y ni siquiera puede detener a Sasuke. ― Afirmó con ira Naruto porque el recuerdo de la batalla con su ex compañero de equipo 7 no logró detenerlo ni siquiera utilizando el poder del que le estaba hablando Jiraiya.

 

― Te estoy diciendo que aún sigues siendo un mocoso idiota que no se da cuenta de lo verde que estás. ― Contestó el Sannin rodando los ojos. ― Si aprendes a controlar ese chakra podrás traer de regreso a tu amigo, aún eres demasiado débil  como para poder entender tu propio poder, Naruto y tienes que aprender muchas cosas.

 

― ¡Pues enseñarme de una vez a controlar ese chakra de una vez, dattebayo! ― Exigió el adolescente de ojos azules. ― Deja de estar distrayéndote en esas tontas investigaciones que solo son excusas para espiar a las mujeres desnudas, dattebayo. ― Reprochó el rubio con molestia.

 

Jiraiya miró al chico ofendido porque había insultado su preciada investigación para poder escribir su novela.

 

― Lo ves, solo eres un mocoso que no tiene paciencia y no es lo suficientemente inteligente para darte cuenta del regalo que tienes. ― Acotó con petulancia el mayor. ― Ahora no me apetece enseñarte nada por no confiar en mis enseñanzas. ― Escupió mientras se giraba para dar la espalda al chico mientras empezaba a caminar siguiendo su camino

 

― ¡AH!¡ERO SENNIN, NO PUEDES HACER ESO DESPUÉS DE DECIRME, DATTEBAYO! ― Gritó Naruto alarmamente al ver que el hombre de cabello blanco ahora se negaba a ayudarlo a ser más fuerte.

 

― ¿Por qué debería hacerlo? No aprecias las enseñanzas que te he estado dando desde que salimos  de Konoha, solo te has estado quejando y ¡DEJA DE LLAMARME ERO SENNIN! ― Terminó elevando la voz molesto porque el rubio no dejaba de llamarlo por aquel sobrenombre que solo había conseguido que las mujeres se alejaran de él cuando Naruto se acercaba llamándolo así.

 

― Porque me has traído contigo y no tengo culpa de que seas un Ero sennin, Ero sennin, dattebayo. ― Concluyó Naruto cerrando los ojos y ofreciendo una apariencia zorruna mientras hablaba.

 

― Naruto, tienes que empezar a tener un poco más de respeto por tu sensei y especialmente, por mí que soy el gran Jiraiya, uno de los legendarios Sannin de Konohagakure no Sato y el mejor escritor que muestra lo frágil que es el corazón de un hombre solitario y lo difícil que es curar un corazón herido en su búsqueda de amor. ― Exageró el hombre de cabello blanco.

 

Naruto no puedo evitar que le cayese una gotita mientras escuchaba al hombre.

 

― ¿Cómo voy a tenerte respeto si ni siquiera me has enseñado nada que no sea huir por espiar a las chicas, dattebayo? ― Cuestionó en un susurro con un pequeño puchero mientras se cruzaba los brazos.

 

Jiraiya se volteó a mirar al adolescente y solo pudo suspirar al escucharlo.

 

― Esta bien, Naruto. Te enseñare algo pero será cuando lleguemos al siguiente pueblo ya que  está por anochecer.

 

― ¡YAY! ― Gritó Naruto con una enorme sonrisa al escuchar lo que decía el Sannin de los sapos.

 

― Pero antes de enseñarte algo increíble… necesitas saber más de cómo un shinobi debe ser paciente y para eso te es útil que aprendas las lecciones que te estoy dando para que no seas advertido. No solo es material importante para mis novelas, también es imprescindible para ti y puedas ser un buen ninja. ― Argumentó Jiraiya.

 

― ¿Qué tipo de lección se puede aprender de andar espiando chicas, dattebayo? ― Preguntó el rubio deteniendo sus saltos de felicidad.

 

― Es para que no vayas a caer en uno de los pecados de los shinobis como el que aprendas a ser paciente y no ser tan descuidado ya que eres bastante llamativo. ― Respondió el hombre de pelo blanco.

 

― ¿¡EH!?

 

― Así que vamos a que practiques un poco más. Por aquí cerca hay unos baños termales que solo visitan las señoritas que son del clan Chouwa. ― Indicó con una gran sonrisa el anciano.

 

― ¿¡QUÉ!? ― Se sorprendió Naruto cayendo sobre su trasero mientras el mayor se marchaba murmurando cosas sobre hermosas mujeres. ― Siento que es otro engaño para ver a chicas desnudas, dattebayo. ― Murmuró desanimado para levantarse tan rápido como pudo y correr hasta donde estaba Jiraiya para comenzar otra discusión sobre espiar a las mujeres y la necesidad del Uzumaki en ser más fuerte.

 

Fin.

 

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