Naruto
caminaba molesto detrás de Jiraiya, el anciano solo se había detenido en los
onzens y algunas pequeñas aldeas para espiar a mujeres semidesnudas o desnudas
mientras se daban un baño. También, había ocasionado con esos actos que un
grupo de furiosos hombres le persiguieran deseando darle una paliza por manchar
el honor de las mujeres que habían sido vistas. Los aldeanos lo habían
perseguido varios kilómetros hasta que consiguieron despistarlos. Por ello, es
que Naruto sentía que la promesa del Sannin de los sapos se trataba de una gran
mentira tan solo para salir de Konoha y ayudarlo en sus deshonestas formas de
recopilar información para novelas obscenas.
Cuando
Naruto se marchó junto a Jiraiya de Konoha, después de no haber podido detener
que Sasuke abandonara la villa, había sido para entrenar y volverse en alguien
lo suficientemente fuerte para poder regresar al Uchiha a Konoha. Sin embargo,
Jiraiya no le había enseñado nada, solo lo
había llevado con él de un lado a otro, convenciéndolo para que fuera
parte de sus fechorías en espiar a inocentes chicas porque según el Sannin de
los sapos era una gran forma de entrenar y ser un mejor ninja mientras que
Jiraiya obtendría material de gran importancia para su trabajo como escritor.
―
¡EH!¡ERO SENNIN! ― Llamó Naruto observando al hombre que caminaba frente a él
con despreocupación pero como el rubio no recibió respuesta, se molestó aún más
por ser ignorado. ― ¡ERO SENNIN! ¿Cuándo comenzamos con mi entrenamiento? Hasta
ahora solo has hecho que estemos en problemas, dattebayo.
―
¿Entrenamiento? ― Repitió el anciano de cabello blanco llevando su mano derecha
al mentón en una pose pensativa mientras seguían andando. ― ¿Qué entrenamiento,
Naruto?
Uzumaki
no pudo evitar que se le desencajara la mandíbula al escuchar al anciano que le
cuestionaba sobre su entrenamiento.
―
¿¡QUÉ!? ¡NO ME DIGAS QUE OLVIDASTE TU PROMESA DE QUE ME ENTRENARIAS, DATTEBAYO!
― Gritó con enfado el rubio mirando mal al mayor que parecía le estuviera
contando sobre un tema desconocido. ― Espero no sea que te afecta la edad pero
me regreso a Konoha, no quiero perder el tiempo cuando tengo que traer a Sasuke
de vuelta, Ero sennin, dattebayo.
―
¡MOCOSO INSOLENTE! ¡CUANTAS VECES TE HE DICHO QUE NO ME LLAMES ASÍ! ― Exclamó
el Sannin con desagrado mientras se acercó al rubio para golpearlo en la cabeza
por ser tan grosero.
―
¿¡PERO QUÉ TE PASA, DATTEBAYO!? ― Vociferó con sorpresa y dolor el adolescente
mientras se protegía la zona de su cabeza donde había sido golpeado. ― Yo solo
dije la verdad, dattebayo.
― No
me has dejado terminar de hablar. ― Indicó Jiraiya cruzándose de brazos
mientras se mostraba ofendido por el comportamiento del joven.
― No
sé qué más tengo que escuchar, dattebayo. ― Refunfuñó Naruto mirando con desconfianza
al hombre de largo cabello blanco.
― No
voy a entrenar a un idiota. Te dije que te ayudaré a controlar el poder que
tienes en el interior y en eso basaremos este entrenamiento. ― Explicó el
hombre señalando al rubio, quien cambió su expresión de frustración por una de
preocupación y tristeza mientras apretaba su ropa sobre su panza con su mano
derecha. ― Ahora mismo no eres más que un debilucho con un gran poder que no
sabe utilizar. Por ello, si no sabes controlar ese chakra que hay en ti y por
el cual hay shinobis que te buscan para arrebatártelo. Entiende que no puedes
seguir como hasta ahora y empezar a preocuparte también por ti, tienes que
saber utilizarlo si tanto quieres llevar al Uchiha de regreso a Konoha.
― Pero
Ere sennin… ¿para qué me sirve usar este chakra, dattebayo? Solo me ha traído
problemas y ni siquiera puede detener a Sasuke. ― Afirmó con ira Naruto porque
el recuerdo de la batalla con su ex compañero de equipo 7 no logró detenerlo ni
siquiera utilizando el poder del que le estaba hablando Jiraiya.
― Te
estoy diciendo que aún sigues siendo un mocoso idiota que no se da cuenta de lo
verde que estás. ― Contestó el Sannin rodando los ojos. ― Si aprendes a
controlar ese chakra podrás traer de regreso a tu amigo, aún eres demasiado
débil como para poder entender tu propio
poder, Naruto y tienes que aprender muchas cosas.
―
¡Pues enseñarme de una vez a controlar ese chakra de una vez, dattebayo! ―
Exigió el adolescente de ojos azules. ― Deja de estar distrayéndote en esas
tontas investigaciones que solo son excusas para espiar a las mujeres desnudas,
dattebayo. ― Reprochó el rubio con molestia.
Jiraiya
miró al chico ofendido porque había insultado su preciada investigación para
poder escribir su novela.
― Lo
ves, solo eres un mocoso que no tiene paciencia y no es lo suficientemente
inteligente para darte cuenta del regalo que tienes. ― Acotó con petulancia el
mayor. ― Ahora no me apetece enseñarte nada por no confiar en mis enseñanzas. ―
Escupió mientras se giraba para dar la espalda al chico mientras empezaba a
caminar siguiendo su camino
―
¡AH!¡ERO SENNIN, NO PUEDES HACER ESO DESPUÉS DE DECIRME, DATTEBAYO! ― Gritó
Naruto alarmamente al ver que el hombre de cabello blanco ahora se negaba a
ayudarlo a ser más fuerte.
― ¿Por
qué debería hacerlo? No aprecias las enseñanzas que te he estado dando desde
que salimos de Konoha, solo te has
estado quejando y ¡DEJA DE LLAMARME ERO SENNIN! ― Terminó elevando la voz
molesto porque el rubio no dejaba de llamarlo por aquel sobrenombre que solo
había conseguido que las mujeres se alejaran de él cuando Naruto se acercaba
llamándolo así.
―
Porque me has traído contigo y no tengo culpa de que seas un Ero sennin, Ero
sennin, dattebayo. ― Concluyó Naruto cerrando los ojos y ofreciendo una
apariencia zorruna mientras hablaba.
―
Naruto, tienes que empezar a tener un poco más de respeto por tu sensei y
especialmente, por mí que soy el gran Jiraiya, uno de los legendarios Sannin de
Konohagakure no Sato y el mejor escritor que muestra lo frágil que es el
corazón de un hombre solitario y lo difícil que es curar un corazón herido en
su búsqueda de amor. ― Exageró el hombre de cabello blanco.
Naruto
no puedo evitar que le cayese una gotita mientras escuchaba al hombre.
―
¿Cómo voy a tenerte respeto si ni siquiera me has enseñado nada que no sea huir
por espiar a las chicas, dattebayo? ― Cuestionó en un susurro con un pequeño
puchero mientras se cruzaba los brazos.
Jiraiya
se volteó a mirar al adolescente y solo pudo suspirar al escucharlo.
― Esta
bien, Naruto. Te enseñare algo pero será cuando lleguemos al siguiente pueblo
ya que está por anochecer.
―
¡YAY! ― Gritó Naruto con una enorme sonrisa al escuchar lo que decía el Sannin
de los sapos.
― Pero
antes de enseñarte algo increíble… necesitas saber más de cómo un shinobi debe
ser paciente y para eso te es útil que aprendas las lecciones que te estoy
dando para que no seas advertido. No solo es material importante para mis
novelas, también es imprescindible para ti y puedas ser un buen ninja. ― Argumentó
Jiraiya.
― ¿Qué
tipo de lección se puede aprender de andar espiando chicas, dattebayo? ―
Preguntó el rubio deteniendo sus saltos de felicidad.
― Es
para que no vayas a caer en uno de los pecados de los shinobis como el que
aprendas a ser paciente y no ser tan descuidado ya que eres bastante llamativo.
― Respondió el hombre de pelo blanco.
―
¿¡EH!?
― Así
que vamos a que practiques un poco más. Por aquí cerca hay unos baños termales
que solo visitan las señoritas que son del clan Chouwa. ― Indicó con una gran
sonrisa el anciano.
―
¿¡QUÉ!? ― Se sorprendió Naruto cayendo sobre su trasero mientras el mayor se
marchaba murmurando cosas sobre hermosas mujeres. ― Siento que es otro engaño
para ver a chicas desnudas, dattebayo. ― Murmuró desanimado para levantarse tan
rápido como pudo y correr hasta donde estaba Jiraiya para comenzar otra
discusión sobre espiar a las mujeres y la necesidad del Uzumaki en ser más
fuerte.
Fin.
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