Desde
el día que partió desde el campo de batalla gravemente herido para no verlo
nunca más, Tobirama no había podido descansar bien, se arrepentía cada segundo
de su vida por lo que había sucedido y ahora que la guerra entre Uchiha y Senju
había acabado para que su hermano lograse hacer su fantasía de paz, el recuerdo lo torturaba.
La
soledad solo ocasionaba que recordase más al hombre que no volvería a ver, al
hombre que intentó ignorar durante tanto tiempo, al hombre que gritó detestar,
así como al clan que pertenecía y del que su corazón lo hacía sentir vivo cada
vez que lo veía.
En un
comienzo pensó que solo se trataba de medir fuerzas en el campo de batallas y
los años transcurridos lo hizo razonar como un oponente divertido pero sabía
que no era así.
Al
principio sus propios sentimientos lo molestaban, por ello cuando ocurrió el
incidente sintió un poco de alegría, creyendo que había extirpado aquella
emoción impropia pero el paso del tiempo solo demostraba lo contrario, que estaba
equivocado, que había cometido el peor de todos sus errores y no se contuvo en
intentar recrear un jutsu que le permitiera hacer lo que años atrás no hizo,
había obtenido hace mucho tiempo células de Izuna Uchiha y ahora buscaba con
desespero la forma utilizarlas para traerlo a la vida.
Tobirama
había estudiado tanto pergamino que apareció frente a él, había experimentado
jutsus pero ninguno hasta el momento había resultado, Hashirama había intentado
persuadirlo, quería que dejara y olvidase la idea de traer a la vida a
fantasmas del pasado pero él era obstinado y finalmente, sus estudios estaban
dando frutos porque hasta ese día había terminado de recrear una técnica
secreta con la que evocaría traer de regreso al hombre que amaba para poder
disculparse.
Sin
embargo, Tobirama se había lamentado al saber para que su jutsu funcionara
tenía que ofrecer un sacrificio y aunque no le agradaba la idea, el intercambio
sería equivalente para poder llevarse a cabo, ofrecería a un enemigo a cambio de
ver una vez más en el mundo a Izuna.
Tobirama
concentró su chackra, realizó los sellos y por primera vez, el Edo Tenshei
funcionó porque frente al Senju, el cuerpo moribundo del desconocido cambiaba
su aspecto horrorizado y adolorido por el calmado de Izuna Uchiha.
―
Izuna… ― Vaciló el hombre de cabello blanco en llamar al ninja frente a él.
Izuna
escuchó una voz lejana llamarle, alguien le hablaba, con esfuerzo, abrió los
ojos sintiendo sus párpados más cansado y por ello lo hizo lentamente para
encontrarse con la figura humana, podía deducir que era un hombre por la voz
gruesa pero sus ropas le indicaron que se trataba de un shinobi. Izuna fue
elevando su mirada hasta detener su visión en los ojos rojos que lo observaban
con felicidad retenida y el arrepentimiento que Tobirama sentía.
Lo
último que Izuna recordaba era estar hablando a Madara, rogándole que tomara
sus ojos como un regalo mientras podía apreciar que estaba muriendo por la
herida en la batalla ocasionada por el hombre parado delante de él y no dejaba
de analizarlo con la mirada.
― ¿Qué
has hecho, Tobirama? ― Preguntó Izuna con asombro al comprender sin poder creer
que estuviera vivo de nueva cuenta cuando su vida habría finalizado en mitad de
la noche después de una de las tantas batallas contra los Senju.
Izuna
había hablado sintiendo que su voz abandonó la garganta con desgana mientras
miraba sus manos y luego, su alrededor para percatarse que estaba en una
especie de habitación oculta bajo tierra por el fuerte olor a barro y polvo en
suspensión.
Izuna
sentía que toda la situación era extraña pero si el Senju estaba frene a él,
quizás, indicaba que su clan había desaparecido, aun cuando había dejado sus
ojos a Madara como la última oportunidad de que la gloria regresara al clan
Uchiha pero la pregunta de qué estaba haciendo frente al Senju de cabello
blanco lo intrigaba. No podía pensar el por qué fue traído ante el hombre que
lo había herido mortalmente, el shinobi que había gritado su odio hacia él y al
clan Uchiha en cada encuentro bélico.
―
¿Qué…?― Intento preguntar nuevamente Izuna cuando Tobirama lo detuvo con un
leve movimiento de su mano para que guardara silencio.
―
Estás muerto, por si has comenzado a dudar de tu situación. ― Inició a informar
Tobirama, sin mostrar aún sus reales intensiones de haberlo invocado. ― La
guerra entre nuestros clanes terminó pocos meses después de tu muerte y la
estrafalaria idea de Hashirama-aniya se ha hecho realidad. Tú hermano aceptó la
paz. Ahora, vivimos en una aldea donde Senju y Uchiha son aliados. ― Bufó en un
intento de no mostrar su molestia de que
dicha paz no llegase antes del incidente
de Izuna. ― Nuestros hermanos se unieron en paz y debo admitir que la aldea ha
sido un gran acontecimiento revolucionario que ha cambiado el mundo shinobi. ―
Confesó.
―
Nii-san… él, ¿por qué aceptó? ¡Seguro lo has asesinado junto a tu hermano como
lo hiciste conmigo!, yo no puedo permitir que su esfuerzo sea desechado y me
hayas llamado al mundo de los vivos para burlarte de mí. ― Las palabras
abandonaron la boca de Izuna con dolor, no podía creer que su hermano mayor
hubiese aceptado la trampa que ofrecía como un paraíso el líder Senju porque
Hashirama siempre engañó a su hermano. Había engañado a Madara cuando era niño,
le mentía cada vez que se encontraban ofreciendo la paz y estaba convencido de
que Tobirama estaba maquillando la realidad para continuar mofándose de su
clan.
―
Izuna, Madara está vivo. Él y aniya han creado la aldea, trabajan junto en la
paz y otros clanes se han unido a nosotros. ― Agregó Tobirama mientras caminaba
para poner una de sus manos sobre el hombro de Izuna. ― No te estoy insultando
ni mintiendo, es la realidad. ― Sujetó la cintura del Uchiha con su otra mano
para pegarlo a su cuerpo. ― Lamento no estés aquí para poder presenciarlo por
ti mismo, lamento hayas muerto antes de que la aldea se creara, Izuna. ―
Murmuró sin importar mostrar puntos vitales abiertamente que el otro shinobi
podría tomar como oportunidad para atacarlo y acabar con su vida, si así lo
deseaba.
El
Uchiha sintió la mano del Senju sujetar su cintura y ser apegado a su cuerpo mientras
Izuna asimilaba en su estado de shock lo revelado pero la sorpresa de estar
siendo sostenido por Tobirama Senju lo llevó abrir tanto como le fue posible
los ojos sin dejar de escuchar lo que hablaba el otro hombre. Izuna no sabía
cómo reaccionar en la situación que se encontraba.
―
¿Lamentar? ― Inquirió Izuna y soltó una pequeña risa irónica sin creerse que el
Senju de cabello blanco se lamentase de su muerte. ― De seguro, fuiste de los
primero en celebrar mi muerte, Tobirama. ― Susurró a la altura de la oreja de
Tobirama para luego, hacer amago de separarse del otro hombre, al recobrar el
sentido.
Tobirama
sintió como Izuna quería separarse de él pero no dejó que lo hiciera, el ninja albino
afianzó más el agarre en la estrecha cintura del Uchiha.
―
Podría decirse que si lo hice al principio. ― Murmuró el Senju sintiéndose
culpable por haber ignorado sus sentimiento por bastante tiempo, vivía con el
arrepentimiento de que si no los hubiese omitido, estaría con aquel hombre que
sostenía compartiendo su vida en la aldea creada por sus hermanos mayores. ―
Pero después de un tiempo no fue así, Izuna. He estado viviendo con el arrepentimiento de
haberle causado daño y llevarte a la muerte. ― Expuso mirando con
arrepentimiento a los ojos de Izuna.
El shinobi
más bajo se extrañó de que el otro apretara el agarre en su cintura y observo
en silencio, notando que estaba siendo sincero con sus palabras, además de
notar la tristeza que lo embargaba.
El
silencio había inundado la habitación y ninguno parecía querer moverse.
Tobirama continuaba expuesto, especialmente, se sentía más vulnerable con la
disculpa dada al Uchiha, sin mencionar que había hablado de más, lo que dejaba
en una extraña atmósfera entre ambos pero no quería separar del Uchiha aunque
sabía que ese hombre ya había finalizado su vida años atrás.
― Te
sigues riendo de mí porque ignoro todo lo que pasó después de mi muerte. ―
Izuna aún no podía creer que el Senju hubiera dicho tales palabras pero de
alguna manera se encontraba conmocionado, dejando libre lo que su conciencia
conocía mientras intentaba procesar que era cierto lo que estaba sucediendo. ―
La última vez que nos vimos, acusaste a mi clan de ser los que generaban maldad
y me calificaste como un demonio que buscaba el caos. ― Murmuró sin poner
resistencia, sintiendo que su tiempo se estaba terminando.
―Ahora,
siento haber dicho todo eso, Izuna. Sé en estos momentos que el sueño de aniya
era posible y es real. Debí apoyarlo para convenceros, a Madara, a ti y todo tu
clan para que tú siguieras vivo. Jamás hubiera terminado tu vida después de
aquel combate en la que te herí gravemente. ― Tobirama apoyó su frente en la
cabeza contraria, sintiendo que su jutsu estaba llegando a su fin e Izuna
volvería a desaparecer. ― Perdona mi ignorancia, mi obstinación, mi ceguera.
Perdona el no haberme percatado antes y evitar tu muerte. Tú… tú también
merecías ser parte de formar esta aldea. ― Aseguró.
― No
se puede cambiar el pasado. ― Farfulló Izuna con una sonrisa triste al asimilar
las palabras y lo que estaba sucediendo. Sabía que Tobirama era un hombre
demasiado serio como para caer tan bajo e inventar un teatro tan molesto,
especialmente cuando estaba muerto y sus palabras no cambiarían nada. ― No
considero que un shinobi deba disculparse por seguir su camino o las ordenes.
Los ninjas estamos acostumbrados a combatir por nuestras supervivencias y
recibir heridas. Ese día tú y tu clan
venció mientras mi clan perdió, al igual que yo. No hay nada que perdonar. ―
Aclaró para devolver el abrazo, por primera vez, a Tobirama. ― Nii-san también
me contó cuando era un niño pequeño que le gustaría un lugar donde las personas
fueran felices y las guerras cesaran. Cuida de la aldea que nuestros hermanos
han construido. ― Pidió.
―No
tienes que decirlo, sé que esta aldea será grande y pacífica. ― Respondió
Tobirama sintiendo como el cuerpo de Izuna se desmoronaba.
―
Gracias. ― Izuna sonrió antes de que el jutsu terminase.
Tobirama
sintió como se desvanecía y el cuerpo del desconocido yacía en el suelo
cubierto de papeles con sellos que habían permitido que Izuna estuviera frente
a él, una vez más.
Esa
noche, Tobirama se permitió liberar sus emociones y lloró agradecido, había
sido curado de su dolor y logrado un nuevo camino como shinobi, proteger la
aldea que formaron los dos clanes más poderosos que existían en el mundo
shinobi, Senju y Uchiha, porque así se lo prometió a Izuna.
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