lunes, 22 de julio de 2019

Tobirama - Izuna



Desde el día que partió desde el campo de batalla gravemente herido para no verlo nunca más, Tobirama no había podido descansar bien, se arrepentía cada segundo de su vida por lo que había sucedido y ahora que la guerra entre Uchiha y Senju había acabado para que su hermano lograse hacer su fantasía  de paz, el recuerdo lo torturaba.

La soledad solo ocasionaba que recordase más al hombre que no volvería a ver, al hombre que intentó ignorar durante tanto tiempo, al hombre que gritó detestar, así como al clan que pertenecía y del que su corazón lo hacía sentir vivo cada vez que lo veía.

En un comienzo pensó que solo se trataba de medir fuerzas en el campo de batallas y los años transcurridos lo hizo razonar como un oponente divertido pero sabía que no era así.

Al principio sus propios sentimientos lo molestaban, por ello cuando ocurrió el incidente sintió un poco de alegría, creyendo que había extirpado aquella emoción impropia pero el paso del tiempo solo demostraba lo contrario, que estaba equivocado, que había cometido el peor de todos sus errores y no se contuvo en intentar recrear un jutsu que le permitiera hacer lo que años atrás no hizo, había obtenido hace mucho tiempo células de Izuna Uchiha y ahora buscaba con desespero la forma utilizarlas para traerlo a la vida.

Tobirama había estudiado tanto pergamino que apareció frente a él, había experimentado jutsus pero ninguno hasta el momento había resultado, Hashirama había intentado persuadirlo, quería que dejara y olvidase la idea de traer a la vida a fantasmas del pasado pero él era obstinado y finalmente, sus estudios estaban dando frutos porque hasta ese día había terminado de recrear una técnica secreta con la que evocaría traer de regreso al hombre que amaba para poder disculparse.

Sin embargo, Tobirama se había lamentado al saber para que su jutsu funcionara tenía que ofrecer un sacrificio y aunque no le agradaba la idea, el intercambio sería equivalente para poder llevarse a cabo, ofrecería a un enemigo a cambio de ver una vez más en el mundo a Izuna.

Tobirama concentró su chackra, realizó los sellos y por primera vez, el Edo Tenshei funcionó porque frente al Senju, el cuerpo moribundo del desconocido cambiaba su aspecto horrorizado y adolorido por el calmado de Izuna Uchiha.

― Izuna… ― Vaciló el hombre de cabello blanco en llamar al ninja frente a él.

Izuna escuchó una voz lejana llamarle, alguien le hablaba, con esfuerzo, abrió los ojos sintiendo sus párpados más cansado y por ello lo hizo lentamente para encontrarse con la figura humana, podía deducir que era un hombre por la voz gruesa pero sus ropas le indicaron que se trataba de un shinobi. Izuna fue elevando su mirada hasta detener su visión en los ojos rojos que lo observaban con felicidad retenida y el arrepentimiento que Tobirama sentía.

Lo último que Izuna recordaba era estar hablando a Madara, rogándole que tomara sus ojos como un regalo mientras podía apreciar que estaba muriendo por la herida en la batalla ocasionada por el hombre parado delante de él y no dejaba de analizarlo con la mirada.

― ¿Qué has hecho, Tobirama? ― Preguntó Izuna con asombro al comprender sin poder creer que estuviera vivo de nueva cuenta cuando su vida habría finalizado en mitad de la noche después de una de las tantas batallas contra los Senju.

Izuna había hablado sintiendo que su voz abandonó la garganta con desgana mientras miraba sus manos y luego, su alrededor para percatarse que estaba en una especie de habitación oculta bajo tierra por el fuerte olor a barro y polvo en suspensión.

Izuna sentía que toda la situación era extraña pero si el Senju estaba frene a él, quizás, indicaba que su clan había desaparecido, aun cuando había dejado sus ojos a Madara como la última oportunidad de que la gloria regresara al clan Uchiha pero la pregunta de qué estaba haciendo frente al Senju de cabello blanco lo intrigaba. No podía pensar el por qué fue traído ante el hombre que lo había herido mortalmente, el shinobi que había gritado su odio hacia él y al clan Uchiha en cada encuentro bélico.

― ¿Qué…?― Intento preguntar nuevamente Izuna cuando Tobirama lo detuvo con un leve movimiento de su mano para que guardara silencio.

― Estás muerto, por si has comenzado a dudar de tu situación. ― Inició a informar Tobirama, sin mostrar aún sus reales intensiones de haberlo invocado. ― La guerra entre nuestros clanes terminó pocos meses después de tu muerte y la estrafalaria idea de Hashirama-aniya se ha hecho realidad. Tú hermano aceptó la paz. Ahora, vivimos en una aldea donde Senju y Uchiha son aliados. ― Bufó en un intento de no mostrar su molestia de  que dicha paz no llegase antes del  incidente de Izuna. ― Nuestros hermanos se unieron en paz y debo admitir que la aldea ha sido un gran acontecimiento revolucionario que ha cambiado el mundo shinobi. ― Confesó.

― Nii-san… él, ¿por qué aceptó? ¡Seguro lo has asesinado junto a tu hermano como lo hiciste conmigo!, yo no puedo permitir que su esfuerzo sea desechado y me hayas llamado al mundo de los vivos para burlarte de mí. ― Las palabras abandonaron la boca de Izuna con dolor, no podía creer que su hermano mayor hubiese aceptado la trampa que ofrecía como un paraíso el líder Senju porque Hashirama siempre engañó a su hermano. Había engañado a Madara cuando era niño, le mentía cada vez que se encontraban ofreciendo la paz y estaba convencido de que Tobirama estaba maquillando la realidad para continuar mofándose de su clan.

― Izuna, Madara está vivo. Él y aniya han creado la aldea, trabajan junto en la paz y otros clanes se han unido a nosotros. ― Agregó Tobirama mientras caminaba para poner una de sus manos sobre el hombro de Izuna. ― No te estoy insultando ni mintiendo, es la realidad. ― Sujetó la cintura del Uchiha con su otra mano para pegarlo a su cuerpo. ― Lamento no estés aquí para poder presenciarlo por ti mismo, lamento hayas muerto antes de que la aldea se creara, Izuna. ― Murmuró sin importar mostrar puntos vitales abiertamente que el otro shinobi podría tomar como oportunidad para atacarlo y acabar con su vida, si así lo deseaba.

El Uchiha sintió la mano del Senju sujetar su cintura y ser apegado a su cuerpo mientras Izuna asimilaba en su estado de shock lo revelado pero la sorpresa de estar siendo sostenido por Tobirama Senju lo llevó abrir tanto como le fue posible los ojos sin dejar de escuchar lo que hablaba el otro hombre. Izuna no sabía cómo reaccionar en la situación que se encontraba.

― ¿Lamentar? ― Inquirió Izuna y soltó una pequeña risa irónica sin creerse que el Senju de cabello blanco se lamentase de su muerte. ― De seguro, fuiste de los primero en celebrar mi muerte, Tobirama. ― Susurró a la altura de la oreja de Tobirama para luego, hacer amago de separarse del otro hombre, al recobrar el sentido.

Tobirama sintió como Izuna quería separarse de él pero no dejó que lo hiciera, el ninja albino afianzó más el agarre en la estrecha cintura del Uchiha.

― Podría decirse que si lo hice al principio. ― Murmuró el Senju sintiéndose culpable por haber ignorado sus sentimiento por bastante tiempo, vivía con el arrepentimiento de que si no los hubiese omitido, estaría con aquel hombre que sostenía compartiendo su vida en la aldea creada por sus hermanos mayores. ― Pero después de un tiempo no fue así, Izuna.  He estado viviendo con el arrepentimiento de haberle causado daño y llevarte a la muerte. ― Expuso mirando con arrepentimiento a los ojos de Izuna.


El shinobi más bajo se extrañó de que el otro apretara el agarre en su cintura y observo en silencio, notando que estaba siendo sincero con sus palabras, además de notar la tristeza que lo embargaba.

El silencio había inundado la habitación y ninguno parecía querer moverse. Tobirama continuaba expuesto, especialmente, se sentía más vulnerable con la disculpa dada al Uchiha, sin mencionar que había hablado de más, lo que dejaba en una extraña atmósfera entre ambos pero no quería separar del Uchiha aunque sabía que ese hombre ya había finalizado su vida años atrás.

― Te sigues riendo de mí porque ignoro todo lo que pasó después de mi muerte. ― Izuna aún no podía creer que el Senju hubiera dicho tales palabras pero de alguna manera se encontraba conmocionado, dejando libre lo que su conciencia conocía mientras intentaba procesar que era cierto lo que estaba sucediendo. ― La última vez que nos vimos, acusaste a mi clan de ser los que generaban maldad y me calificaste como un demonio que buscaba el caos. ― Murmuró sin poner resistencia, sintiendo que su tiempo se estaba terminando.

―Ahora, siento haber dicho todo eso, Izuna. Sé en estos momentos que el sueño de aniya era posible y es real. Debí apoyarlo para convenceros, a Madara, a ti y todo tu clan para que tú siguieras vivo. Jamás hubiera terminado tu vida después de aquel combate en la que te herí gravemente. ― Tobirama apoyó su frente en la cabeza contraria, sintiendo que su jutsu estaba llegando a su fin e Izuna volvería a desaparecer. ― Perdona mi ignorancia, mi obstinación, mi ceguera. Perdona el no haberme percatado antes y evitar tu muerte. Tú… tú también merecías ser parte de formar esta aldea. ― Aseguró.

― No se puede cambiar el pasado. ― Farfulló Izuna con una sonrisa triste al asimilar las palabras y lo que estaba sucediendo. Sabía que Tobirama era un hombre demasiado serio como para caer tan bajo e inventar un teatro tan molesto, especialmente cuando estaba muerto y sus palabras no cambiarían nada. ― No considero que un shinobi deba disculparse por seguir su camino o las ordenes. Los ninjas estamos acostumbrados a combatir por nuestras supervivencias y recibir heridas. Ese día tú  y tu clan venció mientras mi clan perdió, al igual que yo. No hay nada que perdonar. ― Aclaró para devolver el abrazo, por primera vez, a Tobirama. ― Nii-san también me contó cuando era un niño pequeño que le gustaría un lugar donde las personas fueran felices y las guerras cesaran. Cuida de la aldea que nuestros hermanos han construido. ― Pidió.

―No tienes que decirlo, sé que esta aldea será grande y pacífica. ― Respondió Tobirama sintiendo como el cuerpo de Izuna se desmoronaba.

― Gracias. ― Izuna sonrió antes de que el jutsu terminase.

Tobirama sintió como se desvanecía y el cuerpo del desconocido yacía en el suelo cubierto de papeles con sellos que habían permitido que Izuna estuviera frente a él, una vez más.

Esa noche, Tobirama se permitió liberar sus emociones y lloró agradecido, había sido curado de su dolor y logrado un nuevo camino como shinobi, proteger la aldea que formaron los dos clanes más poderosos que existían en el mundo shinobi, Senju y Uchiha, porque así se lo prometió a Izuna.




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