Tobirama
no dejaba de sentirse molesto con lo sucedido, aún no aceptaba lo que pasó hace
unos meses atrás, aunque sabía que era cuestión de tiempo de que Hashirama
fuera consumido por sus propias emociones, especialmente la tristeza, el estrés
y la presión de ser un líder prisionero por la gente de la villa que creó en un
despacho.
El
hombre de pelo blanco admitía que perder a su hermano mayor se sintió como un
duro golpe y a pesar de haber sucedido meses atrás, seguía llorando en silencio
y soledad el fallecimiento de Hashirama mientras se preguntaba por qué tuvo que
ser tan repentino en el momento que Konoha necesitaba el poderoso Mokuton en
sus líneas de combate. El clan Senju estaba devastado por la pérdida de su más
loable líder y Konoha, lloró la desaparición de su fundador y amable Hokage.
Tobirama
suspiró agotado, había tomado el cargo de Hokage cuando se lo propusieron en
medio del funeral de su hermano y a pesar de sus propias reservas hacia los
Uchiha, sabía que Hashirama tenía aprecio al clan del Sharingan. Por ello, el
albino queriendo mostrar su benevolencia, otorgó a los Uchiha la función de
policía de Konoha para obtener un poco de confianza al clan que alguna vez, fue
el enemigo acérrimo del clan Senju.
Sin
embargo, Tobirama estaba muy preocupado por la nieta de su hermano, la niña
admiraba como si se tratase de un héroe a su abuelo y aunque le explicaron lo
sucedido, Tsunade no había dejado de preguntar por Hashirama, así como hablar
en presente de su abuelo, como si aún estuviera vivo entre ellos y como si no
escuchara acerca de lo que pasó con su querido abuelo.
Ese día,
Tobirama se había llevado a Tsunade con él cuando en la mañana se dirigió al
despacho de Hokage, esperando que la sonrisa de la pequeña rubia volviera a
aparecer en el infantil rostro ya que desde que Hashirama desapareció, Tsunade
solo mostraba un ceño fruncido debido a las pataletas que hacía a cada
explicación de hacerle entender que su abuelo no podría estar más con ella.
― El
abuelo hizo que una flor apareciera de su mano. ― Explicaba la niña mientras
extendía su mano libre como si quisiera que la palma de su mano también
emergiera una flor.
Tobirama
dejó de escribir en el pergamino para prestarle atención a Tsunade que había
comenzado a hablar de algo que había hecho Hashirama para ella en algún
momento, en el pasado.
―
Hashirama podía hacerlo porque era poseedor del Mokuton, su jutsu le permitía
hacer crecer flores, árboles y madera. ― Contestó a la niña notando que la rubia le prestaba atención
mientras bajaba sus brazos.
― ¿Y
tú no puedes hacerlo, tío Tobirama? ― Preguntó la niña con curiosidad, mirando
atenta al mayor.
― No,
Tsunade - chan. ― Respondió acariciando los cabellos dorados de la niña. ― Solo
tu abuelo tenía esa habilidad, no ha nacido ningún otro que use el jutsu del
Mokuton en toda su totalidad y tan bien como él lo hacía. ― Explicó.
Tsunade
hizo un mohín mientras apretaba su vestido con sus pequeñas manos.
Tobirama
suspiró, la niña era como su propia nieta pero aún con el cariño que tenía a
Tsunade, él no lograba comprender el comportamiento de la nieta de su hermano.
― El
abuelo dijo que yo podía tener todas las flores que quiera. ― Habló molesta por
las palabras del adulto.
―
Puedes tener todas las flores que quieras pero es muy posible que no puedas
hacer crecer flores desde las palmas de tus manos o hacer crecer un árbol como
Hashirama. A no ser que hayas heredado la habilidad del Mokuton que tenía tu
abuelo pero tampoco es malo el no poder hacerlo. Yo no puedo usar el Mokuton
pero soy tan fuerte como lo era él. ― Tobirama intentó hacer comprender a la
niña mientras sentía un nudo en la garganta al hablar de su hermano en tiempo
pasado, eso lo hacía sentir solo y agotado.
― ¡NO!
Yo también puedo como el abuelo. ― Comenzó a sollozar Tsunade ya que era la
primera vez que alguien le negaba la posibilidad de hacer algo que su abuelo
había sido capaz de realizar.
Tobirama
suspiró, sabiendo lo mimada y consentida que estaba Tsunade, era difícil hacer
comprender a la niña que Hashirama era único y no todos podían lograr lo que su
hermano había sido capaz de hacer, sin hacer mención al poco tacto que tenía al
hablar.
―
Puedes intentarlo pero ya te advierto que no pasará nada si no logras hacer
aparecer flores de tus manos. ― Indicó Tobirama a la niña, al mismo tiempo que
acarició la pequeña cabeza con dulzura. ― Hashirama era alguien excepcional,
logró crear Konoha, ni siquiera yo puedo compararme a mi hermano. ― Admitió
recibiendo nuevamente la atención de Tsunade. ― Pero está bien si no usas
Mokuton, hay muchos tipos y estilos de chakras y jutsus. Seguro encontrarás tu
especialidad. ― Sonrió siendo observado por una Tsunade asombrada por su
palabras.
― ¿Qué
es estional? ― Preguntó Tsunade frunciendo el ceño sin entender todo lo dicho
por Tobirama.
―
Excepcional. ― Corrigió a la menor con una sonrisa. ― Es cuando una persona es
muy buena en algo. ― Explicó de manera sencilla para que la rubia entendiera.
―
¡QUIERO SER UNA SHINOBI FUERTE COMO MI ABUELITO! ― Gritó Tsunade con el ceño
fruncido al escuchar a Tobirama lo que significaba aquella rara palabra.
―Tendrás
que esforzarte mucho para ser una gran kunoichi, así como Hashirama era un gran
shinobi. Tsunade - chan, no te rindas si ese es tu sueño. ― Animó el albino
mientras miraba a la nieta de su difunto hermano y sonreía levemente por lo que
había afirmado Tsunade.
La
rubia le sonrió en respuesta y asintió para continuar con sus dibujos. Tobirama
al percatarse de que la niña retomaba su ocupación en dibujar, decidió
continuar con sus pergaminos.
― ¿Qué
estás dibujando? ― Preguntó Tobirama después de varios minutos sin ser
interrumpido de su tarea por Tsunade, logrando que se preocupara por la
tranquilidad.
― Animales.
― Respondió Tsunade para mostrarle algunos de sus dibujos aunque era difícil de
saber de qué se trataba. ― Y ahora, voy a dibujar al abuelo. ― Señaló Tsunade
un papel en blanco con una gran sonrisa.
Tobirama
sonrió observando los trazos de tinta irregulares y el coloreado que rallaba
sobre los dibujos.
―
Quiero que el abuelo los vea. ― Interrumpió Tsunade señalando a Tobirama
haciendo que se sintiera incómodo ya que era consciente que cada vez que se le
intentaba hacer comprender de la muerte de Hashirama la rubita no escuchaba la
verdad para entrar en una pataleta.
―
Probablemente, ya los está viendo. ― Contestó un poco nervioso de no querer
profundizar en el hecho de que Hashirama ya no estaba.
― ¡EL
ABUELO ES GENIAL! ― Gritó la pequeña rubia con un sonrojo. ― Cuando sea grande
seré como él. ― Repitió con una gran sonrisa y ojos brillantes.
Tobirama
asintió para escuchar unos leves golpes en la puerta del despacho Hokage donde
se encontraban para después de dar permiso, entraran los padres de Tsunade
quien habían ido a buscarla para el almuerzo.
La
niña se levantó rápidamente para correr a los brazos de su madre que después de
recibirla en un abrazo, junto a su esposo, agradecieron a Tobirama por estar
ese tiempo con Tsunade y detrás de algunas disculpas innecesarias, la familia
se marchó, dejando solo al segundo Hokage.
Tobirama
caminó hasta una de las ventanas de la oficina que, ahora, ocupaba como líder y
protector de Konoha, por donde podía ver la villa mientras llevó su mano
derecha a su cadera.
― Creo
que Tsunade - chan será una gran shinobi de Konoha, aniya. ― Susurró Tobirama
para volver hacia donde había estado la niña dibujando y recoger las hojas con
dibujos que observó detenidamente una vez más antes de guardarlos en uno de los
cajones del mueble de archivos para conservarlos.
-Fin-
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