Orochimaru
no dudó en aparecer ante el chico de gafas que le había aplicado ninjutsu
médico con tanta eficacia pero, ahora, parecía estar confundido en medio de un
ataque, el joven no parecía percatarse que estaba siendo blanco fácil para los
atacantes pero… ¿Quién no estaría aturdido al descubrir la verdad que le ocultó
Danzou en un momento tan crítico como ese?
Orochimaru
sonrió, sabía que no había forma de que rechazara su oferta de ser uno de sus
subordinados y el potencial del joven era lo suficientemente bueno para
convertirlo en un shinobi excelente y ser un buen ayudante para sus
experimentos.
― No
te preocupes por lo que te ha pasado hoy, Konoha oculta muchos secretos y crea
demasiadas mentiras para que los shinobis hagan su función sin cuestionar. Es
parte de la vida ninja, engañar y ser engañado. ― Musitó Orochimaru con una
sonrisa cuando dirigió al joven hasta una habitación del interior de la guarida
secreta en ese territorio.
―
Pero… yo hice todo lo que me ordenó para que… ― Balbucea Kabuto intentando
asimilar la realidad de lo que había sucedido en esa misión.
― Solo
has sido una herramienta para Konoha, no tiene caso que continúes pensando en
ello. La villa no te dará alguna explicación más allá de lo que será el hacer lo
que la beneficia pero ahora, tienes la oportunidad de trabajar para mí, a mi
lado sin mentiras o engaños y un día podrás tomar tus represalias hacia Konoha.
Si es que así lo deseas. ― Sugirió Orochimaru pero sabía que ya ese chico había
hecho su elección en el momento que se encontraron, no había posibilidades de
que rechazara su oferta después de lo ocurrido.
Kabuto
apretó los puños al escuchar las palabras del Sannin de las serpientes, él
había cumplido cada una de las misiones que le pidieron, ¿es que siempre fue
una herramienta para Danzou? ¿Por qué la había implicado?
―
¿Sabe todo lo que oculta Konoha? ― Preguntó Kabuto movido por la asimilación de
lo ocurrido escasos minutos atrás.
―
Claro que sé de las mentiras de Konoha, ¿por qué crees que decidí ser un
desertor de ese lugar corrompido, niño? ― Cuestionó Orochimaru mirando
intensamente al joven.
― El
tercer Hokage… ¿él sabe de todo esto, también? ― Preguntó después de escuchar
atentamente al hombre de cabello negro aunque Kabuto no podía creer que
Sarutobi sama se prestara a realizar ese tipo de actos infames, el Hokage era
un buen hombre a su percepción.
―
¡CLARO QUE LO SABE! Él es parte del teatro de Konoha. ― Añadió después de reír
ante la ingenuidad que mostraba para ser un shinobi. ― Ese vejestorio Hokage
está demasiado acomodado en su despacho y no le importa los métodos a usar para
continuar en su estatus privilegiado.
Kabuto
guardó silencio mientras apretaba los dientes con fuerza, no podía comprender
como la persona en la que los habitantes de toda una aldea volcaban sus vidas
no hacía nada al respecto y quizás ella… Nonou, a quien amaba como si fuera su
madre real no tendría que haber terminado así y él tampoco, en una mentira de
Danzou para ser sus títeres.
―
Espero no te incomode estar aquí pero yo no te mentiré como lo han hecho. ―
Aseguró el hombre con ojos dorados mirando al joven que mostraba estar saliendo
de su estado de shock por la realidad que lo había golpeado.
―
Orochimaru sama…
― ¿Sí?
― Respondió al llamado del chico que había acabado de recoger el hombre de
cabello negro y largo.
― Si
me quedo con usted, ¿podré obtener mi venganza por lo que me han hecho? ―
Preguntó elevando la mirada para enfrentar los ojos contrarios sin titubear por
muy amenazantes que fueran pero Orochimaru solo mostraba una sonrisa y le
agradaba aquella valentía que parecía tener su nuevo aporte.
― Por
supuesto pero ahora, no es el momento y tampoco estás los suficientemente
preparado para siquiera pensar en ir a crear un alboroto en la villa. Si lo que
deseas es darle una lección a Konoha aún te hace falta entrenamiento y
conocimiento. ― Indicó el Sannin de las serpientes.
―
¿Podría ayudarme a mejorar, Orochimaru sama? ― Preguntó Kabuto mientras
apretaba nuevamente sus puños, intentando contener la ira que empezaba a quemar
su interior y creía dentro de él, por lo que le habían hecho, a su querida
madre y a él mismo.
―
Puedo hacerlo, tienes el potencia porque si no hubiera sido así, no me hubiera
molestado en acercarme a ti. No me hubiese importado haberte dejado en medio de
la batalla para que fueses asesinado. ― Habló sinceramente Orochimaru.
―
Gracias, Orochimaru sama. ― Kabuto se sintió halagado al escuchar al Sannin
decir aquellas palabras y no pudo evitar el agradecer mientras sonreía por ser
acogido por alguien como Orochimaru uno de los legendarios Sannins de Konoha. ―
Me esforzaré en todo lo que me enseñe. ― Dijo haciendo una reverencia para
volver su atención al rostro del hombre mayor.
― No
agradezcas aún, hazlo cuando te haya mostrado todo aquello que te será útil. ―
Comentó el misterioso hombre sintiéndose complacido por las palabras del chico
de anteojos y sabía que no se había equivocado al ver el potencial que
desbordaba Kabuto. Además, que sería una herramienta para sus planes de atacar
Konoha. ― Solo te advertiré algo… no soy alguien amable, por lo que mi forma de
enseñar será bastante estricta.
― Seré
un buen discípulo, Orochimaru sama. No voy a defraudarlo, lo prometo. ― Afirmó
con una pequeña sonrisa y mirada decidida.
― Eso
espero. No soporto las quejas o los lloriqueos de débiles. ― Se limitó a decir
antes de dar la espalda al chico y salir del lugar para dejar solo al otro
ninja.
Kabuto
miró su alrededor, no estaba seguro de lo que le deparaba el futuro o de si
hacía bien o no pero tampoco tenía sentido nada para él. Después de todo,
Kabuto solo fue un mocoso más, en una villa ninja que fue utilizado como una
herramienta por medio de mentiras que aseguraban que Nonou estaría bien pero
cuan ingenuo había sido hasta que la verdad le abofeteó ese día con fuerza.
―
Madre, yo… no dejaré que tu muerte sea olvidada. ― Murmuró Kabuto mientras
tomaba asiento sobre la cama de aspecto incómodo y la cual, no contaba con
mantas. ― Haré todo lo posible para volverme más fuerte.
Orochimaru
sonrió al escuchar las palabras del joven que había acogido mientras permanecía
oculto fuera de la habitación en la que había dejado a Kabuto. El Sannin de las
serpientes se sintió complacido por su elección, al parecer no se había
equivocado y el chico de gafas sería un buen subordinado bajo su mando porque
él mismo se encargaría de que Kabuto solo pudiera sentir agradecimiento hacia
él y ni pudiese pensar en la posibilidad de traicionarlo.
Fin.