Madara
tosió con fuerza mientras sentía como el caliente y vital líquido escurría de
su boca. Se limpió bruscamente con el dorso de su mano para comprobar que
efectivamente era su sangre y maldijo una vez más su mala suerte en ese combate
donde era el perdedor.
El
dolor en el cuerpo de Madara no lo detuvo a que intentara levantarse pero sus
fuerzas no era lo suficiente para lograr esquivar la madera que se elevó sobre
él con el único fin de capturarlo y siendo que su propio chakra lo había
gastado en la intensa batalla, ese día el líder de uno de los tantos clanes
shinobis que existen, Madara Uchiha, fue capturado. El shinobi se encontraba
agotado y herido, además de estar en el interior de una jaula de madera creada
por el clan enemigo.
Hashirama
no estaba en las mejores condiciones, podía degustar en su boca el característico
sabor metálico de la sangre y el agotamiento de su cuerpo por la batalla que no
parecía llegar a su fin, como tantas veces había disputado esos enfrentamientos
con el clan de su viejo amigo.
Hashirama
logró ver la oportunidad presentada cuando su adversario cayó en una
distracción, obteniendo apresar al agotado líder Uchiha dentro de una jaula de
madera que creó con su escaso chakra de mokuton.
― ¡Madara,
paremos esto! ¡Hemos llegado a nuestro límite! ― Exclamó el líder del clan
Senju con seriedad, sintiendo como sus piernas comenzaban a desfallecer.
―
¡CÁLLATE! Esto no habrá terminado hasta que uno de los dos muera. ― Escupió
Madara intentando levantarse sin éxito porque ya no le quedaba chakra
suficiente para poder estar en una posición menos humillante.
Madara
había tenido que utilizar un jutsu que requería bastante chakra para poder
bloquear al de su rival y contratacar.
― Esto
no nos está llevando a ninguna parte, solo es dolor. Estamos ocupando el mismo
ciclo del que tantas veces acordamos desapareciera. ― Hashirama sintió como sus
rodillas deseaban ceder por el cansancio pero su voluntad no lo haría, seguiría
hablando, tratando de convencer a su antiguo amigo porque no quería perderlo.
No quería vivir un mundo con el dolor de ver morir a la persona con la que
había compartido tantos sueños y esperanzas de cambiar la crueldad del mundo en
el que están viviendo y evitar que niños fueran llevados a la guerra. ― Sé que
no puedo devolverte a Izuna ni cambiar lo ocurrido. No es posible regresar al
pasado para evitar su muerte y comprendo tu dolor porque yo también he
experimentado el perder hermanos…
―
¡Ja…! Deja de hablar. Tú no puedes saber lo que se siente al perder todos tus
hermanos, a tu padre, el presenciar como morían sin poder hacer algo para
evitarlo y terminar solo. Tengo el deber de vengarlos y cuidar mi clan que cada
noche se reúne bañado en sangre, sudor y el dolor de los que han desaparecido
en estas guerras.― Interrumpió Madara, logrando girarse para ver entre las
rendijas de madera el cielo nocturno. ― No hay elección para mí. ― Susurró
cerrando los ojos con enfado al recordar que pronto aparecerían más Senju que
gozarían de ver su derrota.
― Te
recuerdo bien, Madara, que si vi morir a la mayoría de mis familiares y estaba
presente cuando mi padre murió, comparto el dolor de la pérdida. ― Hashirama le
recordó a Madara sin abandonar la seriedad en su forma de hablar. ― Tal vez…
parezca no ser igual porque aún Tobirama está vivo pero perdí hermanos que no
lograron llegar a ser adultos, al menos Izuna creció y no desapareció como un
niño inocente que no merecía morir ni estar en medio de una pelea shinobi. Aún
así, ambos sabemos que en esta vida si eres débil mueres…― Murmuró con dolor al
recordar al más pequeño de sus hermanos, Itama. ― Si tan solo no fueras tan
terco y dejaras atrás la venganza y el dolor… No quiero seguir repitiendo este
ciclo lleno de sangre y sufrimiento, esto solo trae más muertes y dolor. ―
Recordó llevando una de sus manos a la frente para mostrar su frustración a la
realidad que viven.
Los
dos líderes de clan estaban exhaustos pero aunque no le quedaba casi nada de
chakra y el sobre esfuerzo los llevaría al colapso en algún momento pero ninguno
de los dos hombres quería rendirse en hacer entender al contrario que el camino
que seguía y sus palabras solo lo estaban llevando a su propia destrucción.
Madara
frunció el ceño, queriendo gritar mil improperios a Hashirama por atreverse a
compararlo porque no era lo mismo y Hashirama era un idiota, un idiota que aún soñaba
con cuentos de hadas que solo niños tontos e ingenuos podrían pensar en que
había una oportunidad de que fueran posibles.
El
hombre perteneciente al clan Uchiha sabía que la paz era una palabra demasiado
añorada pero inalcanzable en la realidad de las guerras shinobis y creer en la
posibilidad de paz solo era alimentar una ensoñación ingenua que podría
llevarte a la tumba. No obstante, aparentaba que no importaba cuantas veces la
realidad los golpearas, cuantas veces se enfrentaran en batalla, Hashirama seguía
hablando y hablando de una utopía pacifica que alguna vez soñaron de niños que
desconocían si el contrario era un shinobi de un clan enemigo.
―
¡Deja de pretender entenderme! No eres yo para saber. ― Acusó Madara molesto
por la perorata. ― No me garantizas nada de lo que deseo, no me beneficia nada
de lo que dices, Seguiré solo y tú… tú tienes a Tobirama, quien odia a los
Uchiha porque todo este tiempo solo le ha servido para alimentarse contra el
clan enemigo con el que más ha debido combatir, ¿crees qué una tregua
extinguirá el odio que se tiene nuestros clanes? Si lo piensas eres más idiota
de lo que ya pensaba, Hashirama. ― Su voz cansada hicieron que sus palabras
salieran más amargas de lo esperado.
El
líder Senju observó a su amigo con tristeza, él sabía que su sueño no se podría
cumplir fácilmente pero quería pensar que había una leve esperanza para lograr
un lugar seguro, donde los niños pudieran disfrutar de su infancia antes de
tener que conocer la crueldad de una guerra, antes de tener que sostener un
arma en sus manos que lo identificaría como un ninja.
― Sí,
tienes razón, Madara. Soy un idiota con un sueño tonto. ― Dijo Hashirama y se
movió con cuidado de no empeorar sus heridas para recargar su espalda en la
jaula que tenía prisionero al hombre que consideraba su amigo y permanecieron
en silencio unos minutos mientras el Senju cavilaba la mejor manera de
proseguir con la conversación porque comprendía que sus frases podían empeorar
la situación. ― Entonces… dime, ¿qué deseas, Madara? ― Preguntó con curiosidad
y ansias de saber que quería el líder Uchiha pero el recuerdo de que el otro
shinobi habló de lo solitaria que se había vuelto su vida, le disgustó. ― Tú no
estás solo, me tienes a mí pero no quieres ver. Yo nunca he dejado de pensar y
preocuparme por ti, Madara. ― Afirmó Hashirama con una pequeña sonrisa al
escuchar el chasquido de lengua del hombre que permanecía dentro de la prisión
de madera. ― Tal vez… la tregua no acabe con el odio que hay entre nuestros
clanes solo por aliarnos pero podríamos trabajar en ello para que las futuras
generaciones no se odien entre sí, si le mostramos que las heridas pueden
cicatrizar.
― Deja
de mentirte, de querer ser lo que otros quieren que seas. Deja de hablar como
si se pudiera desvanecer todo. Tú no puedes hacer nada con respecto a lo que
hay en las personas. ― Madara bajó el tono de su voz mientras el enrejado de
madera desaparecía pero no importaba si estaba o no cautivo en ese instante, no
podría mover su cuerpo durante bastante tiempo. ― El odio aparecerá una y otra
vez mientras se arrebaten vidas.
Hashirama
cerró los ojos con fuerza, sabía que era cierto pero quería cambiar el odio que
causaba el dolor, la venganza y la muerte que alimentaba a más odio y
sufrimiento en los corazones.
― Lo
que deseo… no lo puedo tener. ― Murmuró el líder Uchiha, como si no fuera
consciente de estar respondiendo a la pregunta del líder Senju que en un
comienzo había ignorado.
―
¡Madara! ― Exclamó el Senju acercándose con esfuerzo hasta el otro hombre. ―
Déjame intentar hacer nuestros sueños de infancia y haré lo que me pidas. Yo…
no quiero seguir viviendo en un mundo donde los niños no tienen futuro, donde
nuestros clanes sean enemigos, donde ambos buscamos acabar la vida del otro.
Eres importante para poder hacer realidad lo que planeamos cuando nos
encontrábamos en el río. ― Habló con desesperación contenida al otro shinobi.
― Eres
un verdadero idiota, Hashirama. ― Masculló divertido Madara y sin esperanza de
poder volver a enfrentarlo a un combate porque ya no le quedaba nada. Incluso,
su hermano pequeño había desaparecido con la guerra, hacía tiempo que sabía
estaba solo en el clan Uchiha porque nadie lo apoyaba debido a la cantidad de
derrotas en sus enfrentamientos con los Senju y la cantidad de Uchiha que se
entregaban voluntariamente al clan enemigo descontentos por el liderazgo de
Madara. ― Haré lo que me estás pidiendo desde que nos volvimos jefe de clan;
aceptaré la tregua con el clan Senju pero si antes… acabas con el hombre que
mató a Izuna. ― Sabía que su petición era un jarro de agua fría para Hashirama
porque estaba seguro que así desistiría de sus delirios de paz y en el caso de
cumplir su promesa, Hashirama tenía que acabar con la vida de su propio
hermano, Tobirama.
Madara
dudaba de que el actual líder Senju hiciera tal eventualidad aberrante que le
proponía para obtener la paz que tanto clamaba.
Hashirama
soltó una pequeña risa divertida al escuchar que volvía a insultarlo en esa
condición exhausta pero Madara tenía razón, Hashirama era un grandísimo idiota
y no desistiría de su sueño de paz.
El
jefe Senju escuchó atentamente las palabras del Uchiha y un pequeño
estremecimiento, tan frío como el hielo, recorrió su cuerpo porque Hashirama no
era capaz de matar al único hermano que quedaba a su lado.
―
Sabes… lo que me pides es imposible de cumplir, Madara. ― Murmuró Hashirama para
soltar un pequeño suspiro pesado. ― Podría dar mi vida a cambio de Tobirama,
sería un intercambio equivalente, una vida por otra para cumplir la propuesta
que me pides para poder obtener la paz de nuestros clanes. ― Dijo seriamente. ―
Solo tendría que dejar instrucciones para que Tobirama no tome venganza contra
tu clan y la alianza sea llevada a cabo como mi última petición como líder del
clan Senju. ― Aseguró.
Hashirama
se había acercado, quedando arrodillado frente al rostro de Madara, aún
afligido por la petición del Uchiha y con la esperanza de que su trato
ofreciera una vida mejor a las futuras generaciones.
― No
es lo mismo y me aseguraste que pidiera lo que quisiera y lo que quiero es la
muerte de Tobirama. ― Insistió el líder Uchiha porque Hashirama no valía dar su
ida por Tobirama, aún fuera el hermano, sabía que ese Senju de cabello blanco
detestaba a los Uchiha y no dudaría en tomar la oportunidad para buscar
engrandecer el odio hacia el clan Uchiha. Encontraría la forma de que los
Uchiha fueran atormentados y los Senju alabados. ― Yo… yo no podría permitir
que murieras por él. ― Le costó decir aquellas palabras mientras se arrastró
hasta donde estaba el Senju y elevaba una de sus manos para tocar el rostro de
Hashirama. ― Tú… no, no puedes optar en el suicidio, es demasiado miserable
para ti. Yo… no estoy de acuerdo con algo así. ― Afirmó en un intento de que su
viejo amigo desistiera de tomar dicho acto.
El
jefe Senju miró con sorpresa al Uchiha después de escuchar sus últimas
palabras, lo habían tomado desprevenido nunca se imaginó que el hombre de
cabello azabache dijera aquellas palabras, una pequeña sonrisa se dibujó en sus
labios y cerró los ojos al sentir la mano enguantada del Uchiha en su rostro.
― Se
lo que te dije pero he de declinar esa petición, Madara. Por ello, daré mi vida
a cambio de la de Tobirama. ― Comentó
Hashirama de manera afligida porque sabía que su hermano se negaría a su
petición pero también sabía que cumpliría con lo que dejara encargado, aunque
tenía miedo y dudas de que Tobirama tomara represalias contra los Uchiha
olvidando cumplir su última voluntad. Al líder Senju, lo atormentaba esa
posibilidad de Tobirama no pudiese aceptar su pedio porque no estaría ahí para
enfrentar y evitar esas intenciones que causarían su muerte en su hermano menor.
― Pero si es la única solución para obtener una alianza entre nuestros clanes,
no me importaría morir, Madara. ― Dijo abriendo
los ojos que había mantenido cerrado para disfrutar del cálido contacto y
mirando de manera decidida al contrario mientras retiraba la mano del rostro y
la toma para entrelazando sus dedos y dando un leve apretón.
Madara
suspiró con pesadez y dejar aflorar una sonrisa agotada en sus labios mientras
sus pensamientos le recordaba que lo único que le quedaba era el haber legado
su clan como líder, ya no era considerado un buen jefe de clan entre los Uchiha
pero tampoco podría obtener su deseo de vengar a su hermano, mínimo debería
acceder a la frágil oferta de Hashirama como su última opción para que su clan
tuviera un lugar. Todo esto no eludía que no confiaba en Tobirama pero si
confiaba en Hashirama, si él se ocupaba de gestionar a los Uchiha en su
ausencia, su clan no tendría que soportar el declive en el que parecía estar
destinado a caer.
― Tú
ganas. No tienes que hacer nada, acepto tu propuesta de paz y nuestros dos
clanes se unan en uno solo. ― Afirmó Madara sintiendo que el sabor de la sangre
en su boca se volvía más amargo. ― Ya te lo dije, no me queda nada y no puedo
permitir que mueras de una manera tan degradante pero prométeme que cuidarás de
mi clan. Tratarás a los Uchiha de la misma forma que tratas a tu hermano, a tu
clan. ― Solicitó.
― Eso
no tienes que pedirlo, sabes que lo haré. ― Sonrió Hashirama sintiendo que
Madara mostraba su faceta más entrañable en aquel momento y ocasionando que
viera al gran líder Uchiha más afable de lo que haya podido presenciar en los
últimos años de batallas continuadas.
― ¡Solo
promételo, Hashirama! ― Exigió el shinobi de cabello negro.
― Lo
prometo, Madara. ― Respondió el jefe Senju comprendiendo que la simple frase
era muy importante de ser escuchada por el otro hombre.
―
Gracias. ― Agradeció el líder Uchiha mostrando una leve sonrisa.
― No
tienes que… ― Hashirama no pudo seguir hablando cuando la mano de Madara se
soltó de su agarre para deslizarse hasta la nuca del Senju y tirar con fuerza
del cuello, ocasionando que sus labios quedaran unidos en un sorpresivo y
brusco beso superficial.
El
hombre conocido como “Dios shinobi” tenía los ojos abiertos por la sorpresa del
acto, nunca se hubiese imaginado compartir un beso con el Uchiha.
Hacía
mucho tiempo que Hashirama se había dado cuenta de sus sentimientos hacia su
amigo mas nunca esperó que estos fueran correspondidos, una pequeña sonrisa se
dibujó en sus labios.
Cuando
sintió que los labios del hombre de cabello azabache comenzaban a separarse de
los suyos, Hashirama tomó la barbilla contraria para volver a unir sus labios
en un beso suave y lleno de sentimientos.
Si ese
era su final, a Madara no podía importarle menos, se marcharía de ese mundo
llevándose el mejor recuerdo que hubiese podido suceder en su vida y por tantos
tiempo había deseado que ocurriese.
― No
digas nada. ― Pidió Madara cuando el beso iniciado por el Senju terminó, era
mejor que nadie supiese que habían cruzado el límite de lo que se define la
amistad porque tan solo necesitaba estar con Hashirama así, a su lado, sabiendo
que cuidaría de su clan, que no le era indiferente los Uchiha y como si no
existiera más preocupación que sentir al contrario. ― Firmaré el acuerdo,
haremos esa aldea que imaginas. ― Indicó acurrucándose en los brazos de
Hashirama. ― Pero ahora mismo, solo
quiero ser nosotros mientras estamos solos. Sin clanes, sin recuerdos o nombres
de personas y sin falsas promesas. Solo tú y yo. ― Susurró sabiendo que ese
instante sería efímero pero eterno, al menos para él.
―
Madara… ― Estrechó Hashirama un poco más contra su pecho al Uchiha entre sus
brazos, no queriendo comprender a que se refería mientras el sentimiento de
felicidad no dejaba de brotar a su interior porque todo había terminado y
Hashirama no solo se sentía vencedor al saber que Madara aceptaba la alianza
sino también de tenerlo en su regazo de esa manera. Hashirama estaba dichoso de
saber que no era indiferente para la persona que amaba. ― Yo quiero estar así,
siempre. ― Pronunció en voz baja.